Cumbre del folclore

Ramón del Castillo -sobrio traje oscuro, camisa blanca bordada en dorado- subió anoche, a las 21.10, al escenario del estadio Abdi Ipeckci de Estambul. Los acordes de Para llenarme de ti, del productor colombiano Kike Santander, recordaron al más puro estilo Ricky Martin. También lo intentaba, con menos fortuna, la coreografía. A la hora de cerrar esta edición no habían terminado de actuar los 24 países que este año han accedido a la final del 49º Festival de la Canción de Eurovisión, organizado por la Unión Europea de Radiodifusión (UER). El pasado miércoles quedaron apeados otros 12 en la semifinal. Fue el caso de Andorra, que debutaba, y con un tema en catalán (Jugarem a estimar-nos, Jugaremos a querernos) interpretado por Marta Roure. Sus 12 puntos llegaron de los espectadores españoles.

Acabó la semana de pasión turca que el joven canario ha vivido sin sofocos. Quizá con la tranquilidad que da el saber que no se figura entre los favoritos. Porque, según las quinielas de periodistas y eurofans que maneja Óscar Cabero, enviado especial a la ciudad del Bósforo por Radio Nacional -que en esta ocasión no retransmite el certamen-, el griego Sakis Rouvas es la gran apuesta. Miembro de la selección helena de gimnasia, arranca Shake it con un homenaje al sirtaki que da paso a todo un catálogo de movimientos insinuantes tan del gusto de los fans de este certamen musical. La cantante de Ucrania, Ruslana -un remedo de Xena, la princesa gerrera, con quien la compara Beatriz Pécker, encargada de la retransmisión del festival para TVE, y de Arwen, de El señor de los anillos-, también encabeza las apuestas con Wild, wild, east, un tema con tintes folclóricos. "El ritmo latino prácticamente ha desaparecido", sentencia Cabero. Vuelven "los coros y danzas".

Turquía ha aprovechado estos días la presencia de los cerca de 1.700 periodistas acreditados para emprender una campaña de imagen, acompañada de extremas medidas de seguridad que destacan todas las crónicas fechadas en Estambul. Porque, como reconocía esta semana ante la agencia France Presse el ministro de Estado, Besir Atalay, el festival "es más importante que las cumbres políticas", en referencia al encuentro de la OTAN que a finales de junio convoca en la capital otomana a las máximas autoridades de la Alianza Atlántica. Además, está reciente el recuerdo de las más de 60 víctimas de los atentados perpetrados por terroristas islámicos próximos a Al Qaeda el pasado mes de noviembre en Estambul. En línea con este afán paneuropeo, se ha elegido "Bajo un mismo cielo" como lema del certamen.

En España, más que el total de puntos que consiga Ramón, o el puesto que finalmente alcance en el ranking, la gran incógnita que sólo se despejará mañana es la de saber si Eurovisión será capaz de mantener el pulso de la audiencia en TVE. Convertido en una curiosidad kitsch en los últimos tiempos, la irrupción hace dos años de Operación Triunfo como sistema de selección del eurocantante desbarató todas las previsiones. El viaje de la granadina Rosa a Tallin (Estonia) en 2002 se saldó con una media de 12.755.000 espectadores, que subieron a 14.380.000 en el momento de las votaciones. El año pasado se quedaban por el camino cuatro millones de aficionados. Y poco se ha calentado el ambiente esta edición como para no esperar que el número de deserciones vaya en aumento.

Quizás algún euroadicto eche este año de menos las predicciones de José Luis Uribarri, quien ha retransmitido el festival ininterrumpidamente para la cadena pública durante 18 años, los dos últimos ya como jubilado de RTVE. El veterano locutor se "quitaba la mordaza" el pasado viernes en ¿Dónde estás, corazón? (Antena 3) y aseguraba que se enteró "por la prensa" de que este año no se contaba con él. En la mano llevaba su quiniela: Grecia, Chipre, Ucrania y Serbia-Montenegro eran sus apuestas.