Los herederos de Brecht obligan a Calixto Bieito a cortar 'La ópera de cuatro cuartos'
El director teatral estrena su versión de la obra en los festivales alemanes del Ruhr
Los herederos de los derechos de autor del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, que administra la editorial Suhrkamp, han obligado al director teatral español Calixto Bieito a suprimir más de un cuarto de hora de su versión de La ópera de cuatro cuartos en su estreno en Alemania, el pasado miércoles, en el marco de los festivales del Ruhr en Recklinghausen. Antes de la representación, Bieito hablaba de "censura artística" y se preguntaba: "¿Por qué el público de Salamanca puede ver nuestra versión y aquí no? Estamos en Europa y no se nota".
Para Pablo Ley, autor de la versión española del texto, la decisión del festival de someterse a las exigencias de los depositarios de los derechos de Brecht constituye "una cobardía extrema que resulta incluso ridícula cuando este festival tiene como lema este año No fear! (¡Sin
miedo!)". Tras la representación y ante la extraordinaria acogida por parte del público asistente al festival, que la ovacionó durante 10 minutos, los ánimos se habían aplacado un poco. Bieito rebajaba su nivel crítico y decía que no tenía interés en el escándalo: "Digamos que lo ocurrido responde a una falta de sensibilidad artística".
Entre las licencias que se habían permitido Bieito y los autores de la versión española figuraba introducir la canción de Alabama, tomada de la ópera Mahagonny, también, como La ópera de cuatro cuartos, un producto conjunto de Brecht con música de Kurt Weill. La introducción de esta canción, según Bieito y Ley, no desvirtúa el espíritu brechtiano y les permitía al mismo tiempo aprovechar el talento y la fuerza interpretativa de la actriz argentina Cecilia Rossetto en el papel de Jenny. Los autores creen que se trata de uno de los mejores números y esencial en su versión. Para la crítica francesa, Rossetto es "una Jenny sublime", y la escena constituye "una magnífica traición". Los espectadores alemanes se vieron privados de esta escena y tuvieron que conformarse con lo que Matthias Pees, comisario del festival, calificó de versión "castrada y reducida" de la escenificación de Calixto Bieito.
La versión de Bieito, sin duda iconoclasta y de discutible respeto al autor, sitúa la acción en una especie de tómbola de todo a cien. El lenguaje de los actores no repara en el empleo de expresiones soeces e incluso blasfemas. La representación en Recklinghausen tuvo sus aspectos grotescos.
Los subtítulos en alemán se mantenían fieles al texto de Brecht mientras que en escena se hablaba con un lenguaje mucho más procaz y las referencias y golpes de efecto eran diferentes. "Follar" lo traducían los subtítulos por "anhelar". Los "¡me cago en Dios!" no tenían traducción. La boda del príncipe quedó convertida en coronación. No obstante, y a pesar de los fallos del ordenador al proyectar los subtítulos, el público se entusiasmó, interrumpió varias veces con aplausos y al final los bravos y ovaciones duraron 10 minutos. Tras las bambalinas el comisario Pees besaba emocionado la calva de Bieito y decía que había sido la obra de mayor éxito hasta ahora del festival de este año.
El comisario del festival Pees atribuye a Barbara Schall, la hija de Brecht, la exigencia al respeto sagrado al texto de su padre en Alemania. Explica Pees que los derechos de Brecht están repartidos entre diferentes herederos y los del extranjero pertenecen a un hijo que tiene una visión amplia de la escenificación. En Alemania los guardianes del sagrado legado, con Barbara Schall a la cabeza, son intransigentes.
Un portavoz de la editorial Suhrkamp declaró a Sandra Ellegiers sobre el conflicto: "Nosotros tenemos los derechos de La ópera de cuatro cuartos, y hay claras instrucciones de Brecht y Weill sobre cómo tiene que representarse la obra de forma fiel". Todos los cambios tienen que acordarse con la editorial, y esto se había hablado con la dirección del festival, que no tomó ninguna iniciativa para comunicar los eventuales cambios". Admite el portavoz que existen dos derechos que chocan: el de la libertad del director para la escenificación y los de protección del autor.
Babelia
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