El valor de la sangre fría
Medio Ambiente trata de mejorar la conservación de 43 especies de anfibios y reptiles
Como las lluvias están siendo generosas este año la sequía no se convertirá en una de las principales amenazas para los anfibios que habitan en Andalucía, ni tampoco mermará las condiciones de supervivencia de algunos reptiles ligados, igualmente, a zonas húmedas. Con la primavera, y vistas las buenas condiciones meteorológicas, muchos de estos animales multiplicarán su actividad y su capacidad reproductiva, estrategia que les permite aprovechar los momentos de bonanza para mejorar sus poblaciones, las mismas que, en situaciones adversas, pueden experimentar elevadas mortandades. Así, el sapo común, por ejemplo, es capaz de realizar puestas de hasta 8.000 huevos por individuo.
Por este motivo, y a diferencia de lo que ocurre con otros representantes de la fauna andaluza, la situación de los anfibios no puede medirse en función de sus efectivos, ya que las fluctuaciones de los mismos pueden llegar a ser muy acusadas, sino que cualquier política de conservación debe fijarse en el número de poblaciones, su ubicación y amenazas, su fragmentación y la capacidad que mantienen para reproducirse.
De acuerdo a esta premisa, la Consejería de Medio Ambiente ha anunciado la adopción de una serie de medidas orientadas a mejorar la situación de estos dos grupos animales, comenzando por la elaboración de un "inventario de parajes importantes para la conservación de anfibios y reptiles de Andalucía", tarea en la que participará la Asociación Herpetológica Española.
Puntos negros
Como complemento a este mapa, que servirá para neutralizar las amenazas que se detecten en los enclaves seleccionados, se identificarán aquellos puntos de la red de carreteras en donde se hayan manifestado graves problemas de atropellos, una circunstancia bastante común que, en el caso de algunas especies, origina importantes pérdidas de individuos. A finales de la década de los noventa, biólogos de la Sociedad para la Conservación de los Vertebrados calcularon que, cada año, morían atropellados en distintas vías del litoral de Huelva, Cádiz y Málaga, entre 1.500 y 2.000 camaleones.
En Andalucía habitan 16 de las 28 especies de anfibios descritas en toda España, y de ellas siete soportan algún grado de amenaza. Las más vulnerables a la extinción son el sapo partero ibérico y la salamandra común. El primero mantiene poblaciones exiguas y dispersas, distribuidas en un triángulo imaginario cuyos vértices coinciden con las sierras de Cazorla (Jaén), Gádor (Almería) y Blanquilla (Cádiz). La segunda habita en áreas montañosas con buena cobertura vegetal y elevada humedad, aunque sus hábitats predilectos vienen sufriendo una intensa degradación. Aunque los humedales más importantes se encuentran protegidos no ocurre lo mismo con las pequeñas láminas de agua, charcas temporales, acequias, albercas, fuentes, abrevaderos o pilones, de gran importancia para estos vertebrados.
Andalucía reúne a 27 de las 42 especies de reptiles que se localizan en España, y en este caso son 19 las que precisan de un tratamiento especial debido a su delicada situación. Las más vulnerables a la extinción son el galápago europeo, la tortuga mora, las tortugas marinas (boba, verde, carey y laúd), el geco magrebí, el lagarto verdinegro, la lagartija de Valverde, la víbora hocicuda y la culebra lisa europea.
Aunque a escala peninsular no se encuentra amenazado, el lagarto verdinegro se considera "en peligro crítico de extinción" en Andalucía, ya que sólo mantiene algunas pequeñas poblaciones en un limitado número de enclaves de la Sierra Morena jiennense. Parecida situación registra la culebra lisa europea, cuyas dos únicas poblaciones andaluzas, localizadas en Sierra Nevada y la sierra de Cádiz, constituyen auténticas reliquias, descendientes de aquellos congéneres que quedaron aislados después de las glaciaciones. En total sólo se han llegado a contabilizar nueve ejemplares, y por eso entre las acciones diseñadas por Medio Ambiente se incluye un detallado estudio de campo con el que elaborar una precisa cartografía que sirva para determinar el área de distribución de este reptil y la situación en la que se encuentra.
Mientras se ejecutan estas acciones, algunos herpetólogos de la región siguen librando una silenciosa batalla en defensa de estos animales que, de manera injusta, arrastran una cierta leyenda negra en numerosas comarcas rurales. Juan Pablo González de la Vega es uno de estos apasionados conservacionistas. Hace ya casi dos décadas emprendió la ardua tarea de elaborar un completo atlas que sirviera para fijar la presencia de anfibios y reptiles en las ocho provincias andaluzas, iniciativa a la que se han sumado otros especialistas. Sus amplios conocimientos, y una variopinta selección de imágenes, pueden consultarse en Internet (www.terra.es/personal3/bothrops/).
Amenazas ocultas
La destrucción de sus hábitats por la mano del hombre es, sin duda, la principal amenaza a anfibios y reptiles. La sustitución de cultivos tradicionales por la agricultura extensiva, los incendios forestales, la contaminación de acuíferos y zonas húmedas, la desaparición de sotos fluviales o el desarrollo urbanístico son circunstancias que han causado un grave daño a estos vertebrados, y sobre ellas se suelen concentrar las acciones de conservación.
Sin embargo, los especialistas se muestran especialmente preocupados por las que ellos llaman "amenazas ocultas", aquéllas que se manifiestan a escala planetaria, son de difícil solución y parecen estar acelerando la ya de por sí grave disminución de las poblaciones de anfibios y reptiles.
El cambio climático, la lluvia ácida o la destrucción de la capa de ozono son perturbaciones a las que se muestran muy vulnerables los anfibios y algunos reptiles, ya que poseen una piel muy permeable y sus huevos carecen de cubierta rígida que los aísle de las agresiones ambientales. Un aumento de las radiaciones ultravioletas, aun de pequeña magnitud, puede resultar letal para la viabilidad de huevos, larvas o crías, aunque esta es una amenaza sobre la que aún no se tienen demasiados datos.
También inquieta la creciente presencia de especies exóticas que compiten con las autóctonas o predan sobre ellas, hasta que logran ocupar su terreno. Algunos peces foráneos, introducidos en ríos y embalses, impiden el normal desarrollo de reptiles como la culebra de collar, la culebra viperina o los jóvenes galápagos. Estos últimos se ven también desplazados por el galápago de orejas rojas o galápago de Florida, que ha conseguido colonizar numerosos humedales y cuya invasión no parece que pueda pararse a corto plazo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.