Interesante estreno del compositor Henze
Señalemos, de entrada, que el solista brasileño Antonio Meneses (Recife, 1957) protagonizó una versión admirable del Concierto, pues sumó a su poderío virtuosista gran imaginación, belleza sonora y afectividad comunicativa, transmitida significativamente con el instrumento Matteo Goffriller, que fuera de Pablo Casals. Música sentida y cantada con el magisterio que desde sus veinte años distingue a Meneses entre los artistas "puros y hondos" que reclamaba para los más auténticos el escritor y buen filarmónico Pérez de Ayala.
Orquesta Nacional de España
Director: Arturo Tamayo. Solista: Antonio Meneses, violonchelista. Obras de Dvorak y Henze. Auditorio Nacional, Madrid, 7 de mayo.
Segunda parte: la por ahora última sinfonía de Hans Werner Henze (Güsterloh, Westphalia, 1926), mal conocido de nuestro público de concierto, especialmente estimado como uno de los grandes operistas de nuestro tiempo, pero también imaginador de estupendos ballets y una larga producción de todo género. Que escuchemos ahora su Sinfonía número 10 es, más que significativo, decisorio. La figura y la rica producción de este alemán enamorado de la latinidad está ya en la historia, antes de que su música haya adquirido total vigencia. Nada nuevo, por cierto. En la Sinfonía, dirigida ahora por el madrileño Tamayo, hay incontables bellezas, escaso conformismo y permanencia de una intencionalidad dramática a lo largo de los cuatro movimientos titulados Tormenta, Himno, Danza y Sueño. Acogida sin entusiasmo, respuesta lógica dada la falta de contacto de los asiduos a la ONE con la música de Henze, la Sinfonía fue seguida con interés, actitud que suele preludiar el éxito futuro.
Babelia
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