En lo más alto

Cavalli está de moda. En el movimiento de recuperación y conocimiento de las óperas de Cavalli, Eliogabalo juega un papel especial. Nunca fue representada en vida del autor, retirándose misteriosamente, poco antes del estreno, de la programación del veneciano teatro de San Giovanni y San Paolo en el que estaba anunciada, y siendo sustituida por otra ópera con el mismo título del joven Giovanni Antonio Boretti sobre un texto de Aurelio Aureli, sensiblemente diferente al que había ultimado precisamente para Cavalli. Esta extraña caída de cartel se produce cuando Cavalli tiene a sus espaldas más de treinta óperas y está considerado como el compositor lírico más importante del momento. ¿Qué razones y sinrazones había detrás? Dos de ellas, al menos, parecen claras. Una tiene que ver con el carácter de "amoralidad" del libreto, con el asesinato del emperador, senados femeninos encubriendo harenes prostibularios o la propia promiscuidad sexual del protagonista. Todo ello en una época de ascenso en Venecia del conservadurismo. La segunda razón es la fidelidad a Monteverdi del compositor, defendiendo a capa y espada que la música debe estar al servicio del drama. La ópera empezaba a ir por otros derroteros y Cavalli se estaba quedando fuera de las preferencias dominantes.

La Monnaie de Bruselas ha echado la casa por la ventana con la recuperación de esta ópera, invitando a René Jacobs para que liderara la operación. La mezzosoprano española Silvia Tro encarna al cruel emperador. Partiendo de su tesitura de tintes sombríos, compone un personaje inquietante, lleno de misterio y a la vez de acentos líricos. Jacobs está espléndido, sacando un sonido estimulante de su grupo de instrumentos originales. La puesta en escena es efectiva en conjunto y, en particular, muy inspirada en los figurines. Eliogabalo será este verano la estrella del festival de música antigua de Innsbruck.