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Crítica:FLAMENCO | Paco de Lucía
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Belleza jonda

Existía expectación ante el concierto en Barcelona de Paco de Lucía, lógica después de tres años sin haber actuado en un escenario barcelonés. Las entradas para su dos conciertos se habían agotado con bastante antelación y en el vestíbulo del Auditori se respiraba la atmósfera de las grandes ocasiones.

La presencia de Paco de Lucía siempre despierta interés, pero esta vez se añadían dos hechos nada banales: el guitarrista presentaba nuevo disco y, sobre todo, nuevo grupo. En realidad, el grupo era mucho más nuevo de lo que imaginaban sus seguidores, ya que tampoco se trataba de la banda inicialmente anunciada, sino de un grupo diferente que prácticamente se estrenaba con esta actuación -el día anterior habían hecho su primer concierto en Alemania-. Con otro artista al frente, un cambio tan brusco se hubiera notado mucho, pero en ese aspecto Paco de Lucía es diferente: una vez más su guitarra se convirtió en la única protagonista de la velada y todo lo demás, grupo incluido, quedó difuminado a sus espaldas.

Paco de Lucía

Auditori. Barcelona, 4 de mayo.

En el Auditori de Barcelona Paco de Lucía volvió a ser el gran maestro capaz de provocar la algarabía de todos los presentes con un aparentemente simple rasgueo. Desde el público alguien le preguntó cuántos dedos tenía, el guitarrista sonrió y respondió marcándose una soleá por bulerías para la gloria. Si realmente necesitaba ser aguijoneado, el público barcelonés no paró de hacerlo y el maestro respondió encadenando, uno tras otro, aciertos de altos vuelos.

Comenzó en solitario, rodeado de plantas de un verde exultante, inicialmente inquieto, y viró rápidamente esa inquietud hacia su habitual seguridad. Desafiante, se sumergió en terrenos pantanosos, jugueteó en la cuerda floja y dejó que de su guitarra fluyera belleza jonda en estado puro. Sus acompañantes se fueron turnando sobre el escenario de forma discreta, como con miedo a estorbar en una faena de tanto calado. En ese punto se notó el poco rodaje de la banda y, por momentos, se echó en falta a su histórico sexteto.

Entre sus nuevos acompañantes se encuentran dos de las mejores voces del momento, Duquende y Montse Cortés, pero su presencia quedó siempre oscurecida por la soberbia actuación del guitarrista de Algeciras. Tanto da que Paco de Lucía le ponga una armónica a su música o se quede a solas con el cajón de Piraña, lo único que finalmente prevalece, así sucedió en el Auditori, es la personalidad expansiva del guitarrista y su capacidad casi mágica para convertir palos tradicionales en algo totalmente nuevo y cargado de sorpresas. A eso le llaman duende y él lo repartió a manos llenas en la noche del martes.

Nadie salió defraudado del Auditori, Paco de Lucía volvió a superar todas las expectativas creadas.

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