Los Kurnikov contra Kurnikova

Anna Kurnikova, la famosa tenista rusa, nada más regresar a Estados Unidos procedente de Moscú y San Petersburgo -adonde viajó para acompañar a su pareja, Enrique Iglesias, quien dio sendos conciertos en esas ciudades- se encontró con una desagradable sorpresa. Sus padres -Ala y Serguéi- recurrieron a los tribunales para tratar de obtener judicialmente dos tercios de la mansión que la atractiva tenista rusa se compró en el sur de Florida. La casa, de 25 habitaciones, está ubicada en la isla de Sunset, en Miami, donde tienen también mansiones, entre otros, las cantantes Gloria Estefan y Shakira, la estrella televisiva Oprah Winfrey o la ex fiscal general de Estados Unidos Janet Reno. Por cierto que, además, muchos rusos famosos hace ya tiempo que tienen viviendas en Florida. Allí han comprado casa o apartamento los cantantes Valeri Leóntiev, Ígor Nikoláyev, Filip Kirkórov y Ala Pugachova, los jinetes Serguéi Fiódorov (ex pasión de Kurnikova), Pavel Bure, Ígor Lariónov y, por supuesto, un sinnúmero de empresarios y mafiosos que prefieren pasar inadvertidos. La casa por la que se ha peleado Anna con sus padres fue comprada en el año 2000 por cinco millones de dólares y en el contrato figura el nombre de ellos, ya que por entonces la tenista era menor de edad. Fueron sus padres los que en su tiempo obtuvieron del Chevy Chase Bank el préstamo para comprar la mansión. Por aquel entonces nada hacía prever que las relaciones familiares empeorarían hasta tal punto que obligarían a los padres a querellarse judicialmente contra su hija. Los padres de Anna consagraron su vida a convertirla en una gran deportista: Serguéi Kurnikov -que en su tiempo fue campeón de Rusia en lucha grecoromana- vendió el televisor para comprarle la primera raqueta y fue su primer agente en Estados Unidos. Según el abogado de los Kurnikov, Howard Rudoplh, ellos se decidieron a recurrir a la justicia después de que Anna los borrara de sus cuentas bancarias y los dejara prácticamente sin dinero. La mayor parte de la fortuna de Anna no proviene de sus triunfos deportivos, sino de los contratos publicitarios.-