A tres bandas

España. Parada inoportuna. Desde la jornada que cerró la temporada regular hasta el comienzo de los playoffs, doce días. Después de treinta y cuatro jornadas donde para cuadrar el calendario se llegaron a disputar las nueve primeras en sólo treinta días, la liga ACB desaparece casi dos semanas debido a la celebración de la Final a Cuatro. El problema es que no había ningún equipo español por allí, lo que plantea la idoneidad del parón que en estas circunstancias no parece inevitable. El calendario de las eliminatorias al título marca para el once de Junio el cuarto partido de la final, y para el trece un posible y definitivo quinto encuentro. Pero resulta que el doce debuta la selección española de fútbol en la Eurocopa de Portugal ante Rusia, y ya sabemos hasta qué punto estos eventos fagocitan y acaparan, hasta hacer prácticamente invisible cualquier otro acontecimiento deportivo. ¿No se podía haber adelantado una semana los playoffs y haber evitado esta coincidencia, que sin duda alguna quitará ruido mediático y popular a la gran final de baloncesto?

Europa. Visión irónica. Euroliga en juego. Para pincharse y no sangrar de la sorpresa. Una semifinal ¡entre italianos! termina 103-102 y la otra 93-85. En la final, el campeón se va hasta los 118 puntos. Esto no se puede permitir. Que salgan a la calle los entrenadores, que cambien las reglas, que protesten las aficiones, esto no es el baloncesto que queremos. Gusta mucho más los partidos a 65-70 puntos al que nos tienen acostumbrado sobre todo cuando "está mucho en juego". Y encima vuelve a triunfar Jasikevicius, ese jugador indomable, ingobernable, al que de vez en cuando se le cruza un cable, cosa que un entrenador no puede permitir, aunque luego haga lo que hace el gran lituano. Esperemos que no cunda el ejemplo y en los playoffs vuelva a reinar la defensa a ultranza, el garrotazo, la protección de las especies destructoras.

NBA. Críticas ventajistas. Por ahora Kobe Bryant, entre audiencia y audiencia de su juicio por violación se está echando a su equipo a la espalda y ya le ha colocado en semifinales de Conferencia. Pero que no se confíe. Cuando falle más de uno aducirá que la causa principal hay que buscarla en su problemática personal, aunque lleve meses en la misma tesitura. Una postura muy de por aquí y que resulta de poco fundamento. Lo único que debería contar a la hora de emitir un juicio de valor es lo que ocurre en la cancha y no adoptar la posición ventajista del todo vale cuando se gana y en las duras se buscan razones hasta debajo de las piedras, empezando casi siempre por la vida privada de los deportistas, que normalmente es la misma que cuando son encumbrados por su éxito. Seguramente va con el sueldo, pero no deja de resultar curioso que sólo se distraigan, les pesen los bolsillos, o lleven una vida impropia, cuando pierden.