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Reportaje:EL DIFÍCIL 'PUZZLE' DE EUROPA

Y ellos ya están aquí

Patricia Ortega Dolz

Miles de ciudadanos de países del Este que ahora sólo miran hacia el Oeste, ya están en España. No han llegado repentinamente. En algunos casos hablamos de segundas generaciones de inmigrantes. Sin embargo, el conocimiento que tenemos de ellos es aún limitado. La entrada en la Unión ha abierto un nuevo foco de interés mutuo, como demuestran los folletos en las recepciones de las embajadas de la mayoría de estos países en España anunciando la adhesión y los festejos consiguientes. Ellos quieren darse a conocer, y nosotros, ahora más que nunca, queremos saber quiénes son.

"Llegué hace ocho años desde Kielce, en el centro de Polonia. Dejé allí a mis dos hijos y a mi marido, y vine a ganar dinero. En Polonia, tras la caída del régimen comunista (1989), empezaron a cerrarse grandes empresas, y hubo pueblos enteros que se quedaron sin medio de vida", cuenta Anna Kuzia, de 37 años, licenciada en derecho administrativo, que trabaja en el servicio doméstico (hasta en 15 casas) como muchas de sus compatriotas, y que, como la mayoría de ellas, trajo a su familia pasados unos años. Sus hijos, adolescentes, son ya chicos educados en español.

La cuestión que más les preocupa es la de terminar con los largos y costosos procesos burocráticos que dificultan su integración en el país
Los ciudadanos de los países del Este que viven en España asumen la entrada en la UE con grandes esperanzas, pero no sin recelo

La inmigración de Polonia (casi 40 millones de habitantes) hacia España es la más importante y numerosa de este grupo de países del Este. Prueba de ello es que, el pasado 11 de marzo, una niña de siete meses, rubia y con ojos azules, que llevaba una pulsera de oro en la muñeca en la que podía leerse "Patricia", resultaba herida de muerte, junto a su padre y a otras dos compatriotas, tras la explosión de la bomba que los terroristas hicieron estallar en el vagón del tren en el que viajaban. Ellos ya estaban aquí.

Los polacos llegaron en tres momentos distintos. A finales de los años ochenta, huyendo de un régimen comunista que anulaba expectativas individuales. A mediados de los noventa, escapando del desempleo que, en algunas zonas, llegó hasta el 50% (hoy es casi del 20%). Y rozando el final del siglo XX, escabulléndose de las abismales diferencias sociales existentes en un país cuya transición democrática tiene ahora 15 años.

En cualquier caso, y a diferencia del resto de este grupo de países, la inmigración polaca a España ha sido fundamentalmente económica. Pero, ¿por qué España? "Era el único país de Europa en los años noventa en donde había posibilidades de obtener un permiso de trabajo y residencia", responde Andrzej Janeczko, presidente de la asociación de polacos en España Nazs Dom-Nuestra Casa. Él fue uno de los que emigraron en aquellos años. Entonces ya conocía otros muchos países europeos, a los que había ido a trabajar durante el verano para pagarse su licenciatura en educación física. Pero vino a España una Nochevieja y se quedó. Vivió en parques, en albergues, aprendió español, fue expulsado, volvió en cuatro días, empezó a trabajar en la construcción, se casó, tuvo hijos y hoy dirige su propia empresa constructora en Madrid y tiene a su cargo trabajadores polacos y españoles. "Si quieres, puedes", asegura, repitiendo lo que es casi un lema polaco.

Casi todos los que viven en España tienen estudios medios o superiores, pero, en general, se dedican a actividades poco cualificadas: al servicio doméstico, las mujeres, y a la construcción, los varones.

No ocurre así con los ciudadanos de la República Checa (10 millones de habitantes), que es el segundo país de este grupo en número de inmigrantes en España, con unas 3.000 personas empadronadas.

"Los motivos de llegada son dos. Por reagrupamiento familiar, de checos que se han casado con españoles, o viceversa. Son la mayoría de los casos. O bien de checos que viven en la costa o las islas. Últimamente llegan empresarios que montan negocios o son contratados por empresas españolas", explica Martin Povejsil, embajador de la República Checa en España. La mayoría de los checos -profesionales, técnicos industriales y comerciales- tienen empleos de alta cualificación.

Amor, trabajo, estudios

"Yo vine porque conocí a un chico estadounidense que se estableció aquí. La mayoría de los checos viene por amor, trabajo o estudios. Ahora están llegando muchos estudiantes de Erasmus", explica Janna Jauska, presidenta de la Asociación de Checoslovacos, que trata de mantener unidos en España a los que fueron, hasta 1993, compatriotas en la antigua Checoslovaquia (ahora República Checa y Eslovaquia). La presencia de eslovacos en España, sin embargo, es mucho menor, con unas 700 personas, según la Embajada.

El mismo tipo de inmigrantes son los que proceden de Hungría (10 millones de habitantes). En España viven aproximadamente 2.500 húngaros, según la Embajada. "El conocimiento de la cultura española es amplio en Hungría, y hay institutos bilingües en las ciudades importantes. Los que ahora vienen son jóvenes que dominan idiomas, porque los que vinieron durante la II Guerra Mundial murieron. Las dedicaciones son diversas: profesores, médicos, arquitectos, y también albañiles y au-pairs", dice María Ferencz, promotora de una futura asociación de húngaros en España.

Por su parte, la presencia en España de ciudadanos de los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) es también reducida. La más numerosa es la de los lituanos, con 3.000 personas empadronadas, aunque desde la Embajada se asegura que podría haber hasta 30.000, contando los irregulares. La mayoría de ellos trabaja, al igual que los polacos, en la agricultura, la construcción y en el sector servicios, "aunque son muchos los que ya han establecido su negocio en España", dice Dalnius Zikevicius, de la Embajada lituana. "Los que llegan ahora son jóvenes que vienen a completar sus estudios. El cien por cien de los lituanos en Madrid son universitarios o están bien situados laboralmente", dice Loreta Paulauskaite, precursora de una asociación de lituanos.

Todos asumen su entrada en la UE con esperanza, aunque no sin recelo. Algo que refleja la frase de un polaco: "No sé si entra Polonia en la UE o, más bien, la UE en Polonia".

La esperanza de acabar con "la interminable y lenta burocracia"

SI ALGO esperan todos los ciudadanos de los países del Este que ayer se incorporaron a la Unión Europea es que dicha adhesión sirva para acabar con "la interminable y lenta burocracia" para solucionar cuestiones administrativas.

"Esperamos que la obtención de los permisos de trabajo y de residencia sea más fácil, aunque nos han advertido de que va a haber un proceso de transición de dos años. Pero es increíble que, ya formando parte de la UE, no se sepa qué va

a pasar con todos los compatriotas que están aquí sin papeles", dice Marek Palka, vicepresidente

de la asociación de polacos en España, Nasz Dom-Nuestra Casa.

Pese a que los problemas de residencia y trabajo son los que más preocupan, puesto que condicionan absolutamente cualquier otro tipo de posibilidad en el país, no va a ser rápido ni fácil. Ni los propios afectados, ni la policía saben aún cómo va a quedar definitivamente el asunto, ya que se está preparando un decreto-ley que regulará la nueva situación, del mismo modo que hasta ahora han existido trámites diferentes para inmigrantes comunitarios y no comunitarios. Es decir, los ciudadanos de estos países que se encuentren irregularmente en España deberán esperar y permanecer atentos a los próximos cambios legislativos.

"De momento, y para frustración nuestra, para venir a trabajar a España van a tener que cumplir los mismos requisitos que antes de entrar en la Unión, pese a que los checos nunca han tenido mucha voluntad de moverse para trabajar en otros países. Habría sido más justo diferenciar entre los nuevos 10 miembros y dar un trato a medida. Chequia merece la libre circulación, sin límites", dice Martin Povejsil, embajador de la República Checa.

Tomaz Lovrencic, embajador de Eslovenia en España, coincide con su homólogo checo: "Las trabas burocráticas son un freno a la incorporación. En España hay unos 80 eslovenos; es decir, no hay una inmigración desde nuestro país, es más posible que haya más españoles allí. Eslovenia tiene industrias fuertes (farmacéuticas), y en España hay empresas eslovenas importantes (Prevent, de revestimientos de vehículos de gama alta) que dan trabajo a españoles, y grandes profesionales como el médico que trata a José Carreras. No hay razón para este periodo de transición".

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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