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El 57% de los jóvenes atendidos por la Agencia Antidroga inhala pegamento

Un estudio estima que 7.480 escolares de entre 14 y 18 años han probado esta "droga"

El 57% de los jóvenes atendidos por la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid es consumidor de inhalantes, sustancias baratas a las que tienen fácil acceso los menores de edad, presentes, incluso, en el entorno escolar, que, sin embargo, pueden provocar secuelas físicas severas y la muerte. El director de la Agencia Antidroga, Manuel Molina, presentó ayer el primer manual para identificar, tratar y prevenir el abuso de colas y pegamentos, un "problema creciente" en la región, identificado por educadores y profesionales en contacto con los menores.

Molina destacó que la información, la educación y la reinserción de los menores en situación de marginalidad son las herramientas recomendadas para atajar la situación, que afecta a un 4% de la población escolarizada de la región entre los 14 y los 18 años, según los datos de 2003. De los 125 menores registrados como consumidores por la agencia ese año, 71 eran consumidores de inhalantes.

El sociólogo Lorenzo Sánchez Pardo, responsable del informe financiado por la Agencia Antidroga, coincidió con Molina al señalar "el entorno de marginalidad" que rodea a los menores que se ajustan al perfil de los consumidores, pero se resistieron a relacionarlo directamente con el fenómeno de emigración creciente en la región. Los dos resaltaron que el consumo de inhalantes es un problema crónico al que, sin embargo, hay que prestar atención, porque es "el primer paso de una conducta que reivindica la subcultura de la calle como estilo de vida marginal".

"Estos menores, totalmente recuperables a la temprana edad en que se inician en el consumo, no son capaces de salir solos del entorno, que se convierte en un grupo del que obtienen protección o una sociedad de ayuda mutua", declaró Molina.

Entre 12 y 17 años

Aunque no se identificó un "perfil único de consumidor", los menores que se inician en el consumo de inhalantes son principalmente niños (1,6 de prevalencia en varones, frente al 0,4 en chicas), en su mayoría de entre 12 y 17 años, con un entorno familiar conflictivo o en situación de desamparo, con baja autoestima y cierta tendencia depresiva, residentes en grandes ciudades, desvinculados del sistema educativo y laboral y que, en muchos casos, practica la mendicidad.

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Sánchez Pardo reiteró que no sólo son los menores que viven en "malas circunstancias" los que consumen estas sustancias, sino que, según sus estimaciones,el 3,4% (7.480) de los 220.000 escolares madrileños con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años han probado alguna vez estas "drogas".

El manual también dedica un apartado a las motivaciones que existen para consumir este tipo de drogas, y resalta la curiosidad y la búsqueda de emociones y sensaciones; la rebeldía y la transgresión de las normas; la presión ejercida por el grupo de iguales; la necesidad de sentirse aceptado e integrado, la búsqueda de sensaciones placenteras y de diversión, y la relajación y evasión de los problemas de la vida cotidiana. Los magrebíes, por la proximidad de su país de origen, y la frecuencia con la que emigran sin respaldo familiar, huyendo, generalmente, de un ambiente de abuso y desamparo, son identificados por el estudio como el principal grupo de riesgo.

Los inhalantes son sustancias químicas existentes en numerosos productos de consumo habitual, como pegamentos, aerosoles, pinturas, insecticidas y disolventes. En cuanto a las formas habituales de uso, Sánchez Pardo destacó la inhalación directa de vapores con la ayuda de una bolsa; la aspiración directa desde el envase original; la impregnación de un trapo para su inhalación posterior; la aspiración del humo de vehículos, o chupar directamente pegamentos, rotuladores y líquidos correctores.

Los vapores desprendidos llegan fácilmente al cerebro y tienen efectos psicoactivos, producen una acción turbadora y generan confusión y hasta alucinaciones. "Son unos efectos parecidos a los provocados por el alcohol", apostilló Sánchez Pardo.

Según el manual, el consumo de estas sustancias puede causar el deterioro físico y psíquico, pero también la muerte súbita por accidentes cardiacos o asfixia. Los primeros síntomas de alerta son parecidos al mareo etílico, vómitos y descoordinación verbal y motora.

La agencia tiene seis programas específicos para la atención y tratamiento de menores en los Centros de Atención Integral de Drogodependientes (CAID), el piso de Apoyo al Tratamiento del Menor, la Comunidad Terapéutica Los Álamos, la Comunidad Terapéutica El Batán, el Servicio de Educación Social de Intervención en Medio Abierto y el Programa de Intervención con Menores Residentes en Centros del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF).

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