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Reportaje:PERSONAJE

'Milagro' en Terrassa

Tras ser condenado a dejar el fútbol por un error médico, Mantorras, la gran promesa del Benfica, se recupera en Cataluña por orden de Camacho

En diciembre de 2000, durante un Sporting-Benfica, Pedro Mantorras chocó con el portero rival. Siguió jugando. Le dolía la rodilla, pero era un clásico y sabía que la camiseta del Benfica exige cierto comportamiento. Del golpe no salió bien parado. A la mañana siguiente, el doctor del club le dijo que no tenía nada. Sin el menisco externo, roto en aquel golpe, jugó hasta que una simple radiografia demostró que la lesión existía y el desprecio incluso la había complicado.

Le operaron. Volvió a jugar. El cartílago ya estaba dañado, pero le decían que no tenía nada, que la hinchazón desaparecería. No lo hizo hasta que José Antonio Camacho, recién llegado al club, vio aquel desastre y le remitió a la consulta del doctor Cugat, en Barcelona. Era la segunda vez que pisaba la ciudad, pero aquella ocasión fue muy distinta al día que en 1997 llegó por vez primera: Martínez Vilaseca, técnico del Barça, le descubrió en un torneo juvenil en Portugal, donde maravilló, y se fue a Angola con una oferta para probar por el club azulgrana. "¿De dónde eres?", recuerda el angoleño que le preguntó Guardiola una mañana en el Mini Estadi, la primera vez que le vio por allí. Recuperándose de una lesion, el entonces capitán se entrenaba con el filial: "Cada mañana me preguntaba: ¿Qué? ¿Te quedas o no?". Un día Koeman le llamó al despacho. Al salir, se fue a buscar a Guardiola. "Me vuelvo a Angola", le dijo.

Dos años después jugó 40 minutos en su debut con el Alverca, en la Primera portuguesa: metió tres goles. En los catorce partidos siguientes celebró 14 más. El Benfica pagó inmediatamente por él cinco millones de euros. "Me daban por perdido, pero ahora sé que voy a volver a jugar", reconoce el delantero, que hoy vuelve a Lisboa; "lo supe desde que Camacho me mandó a ver a Cugat".

En el camino, el servicio médico del Benfica ha sucumbido a lo acontecido con el caso Matorras. Le cuesta no guardar rencor, pero no olvida: "Primero, se equivocaron. Luego, me abandonaron diciéndome que no tenía remedio". Cugat le pidió paciencia y trabajo. Le aplicó una teparapia de seis sesiones de factores de crecimiento y le practicó, en febrero, una artroscopia de limpieza: "Tres años después, mi rodilla dejó de estar llena de líquido, hinchada, inutilizada". Durante las dos últimas semanas, junto a su inseparable Alexandre Morua, fisioterapeuta del Benfica, y bajo la supervisión de Emili Ricard, responsable de trabajo de readaptación basado en la lógica biológica, ha estado trabajando por los bosques de Can Deu, en la montaña de La Mola, en el gimnasio de Terrassa y en la playa de Gavà. Los tres viajan hoy a Lisboa para que Mantorras inicie la última fase de su recuperación ya con el primer equipo del Benfica.

Para Camacho tal vez llega tarde. Acaba su contrato y, en contra de la opinión del vestuario, que le respeta, la renovación no está clara. "Es un gran entrenador. Le respetamos mucho. Y nos deja beber una copa de vino en las comidas", comenta Mantorras con su eterna risa apareciendo de inmediato. Nadie diría que durante año y medio pasó tal calvario, recuperando su rodilla, condenado a dejar el fútbol por un error médico. Le ha salvado su descomunal fortaleza física y su enorme voluntad por ver sonreír de nuevo a los niños de la favela de Luanga, en Angola, donde creció.

Reconoce Ricard, fisioterapeuta responsable de su recuperación, que "Pedro mueve en el banco de pesas lo que le pongas y pedalea con una sola pierna en la bicicleta estática lo que nadie sería capaz de mover con las dos". Mantorras insiste: "Sólo trabajando en grupo habría llegado a este punto. Por eso buscamos la ayuda de Cugat y Ricart". En Angola, durante el verano, los nuevos responsables médicos del Benfica y él ultimarán su puesta a punto. Mantorras vuelve. Que tiemblen los porteros. "En el fondo, la culpa la tiene Camacho", sigue diciendo el chaval cada vez que recuerda a quien le mandó de vuelta a Barcelona, donde no le quisieron fichar no hace tanto tiempo.

Mantorras.
Mantorras.

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