Final imprevisto
Treinta y cuatro jornadas después, la temporada regular echó el cierre el sábado pasado con una jornada rara, loca, de ésas donde nada fue como se podía prever. Lo mejor resultó que casi todo el mundo que tenía algo en juego contó con la oportunidad de alcanzarlo por sus propios medios, y si no lo logró fue por su propia incapacidad más que por resultados ajenos. El que hizo los deberes sacó tajada, y el que no pagó por ello. Estudiantes, Caprabo y Etosa merecieron su suerte mientras que Real Madrid, Unicaja, Manresa y Tenerife se ganaron a pulso su desdicha. Únicamente hubo dos excepciones en esta jornada tan justa en el reparto de premios y castigos. El DKV Joventut entra a luchar por el título por la puerta de atrás gracias a terceros, y en cambio el Fuenlabrada se despeñó hacia la Liga LEB a pesar de su proeza en el Saporta. Lo de la proeza no es simplemente por ganar, que tampoco es que el campo del Madrid sea un fortín, ni mucho menos, sino por la forma en la que se produjo. Los de Óscar Quintana disputaron la prórroga conociendo su infeliz destino, y aun así se despidieron de la ACB con la cabeza bien alta, lo que no se puede decir del Madrid, que tiró a la basura el cuarto puesto ante un equipo con la moral por los suelos. ¿Y si además de músculo unos cuantos pusiesen un poco de pasión por el juego y por su equipo? El caso es que desciende a los infiernos el Fuenlabrada y termina una magnífica trayectoria de 6 temporadas consecutivas en la ACB en las que ha disputado en tres ocasiones el playoff por el título, en otras tantas jugó competición europea, siempre contó con el apoyo de su ruidosa afición y fue dirigido por un peculiar y volcánico entrenador que lograba, un año sí y otro también, con poco nombre y menos dinero, armar equipos guerreros, correosos, inasequibles al desaliento y finalmente triunfadores si como triunfo consideramos el superar las expectativas que la lógica más razonable te otorga. Una enhorabuena cuando has descendido puede sonar poco oportuna, pero lo realizado por el Jabones Pardo en estos años la merece.
Han sido treinta cuatro jornadas dominadas de cabo a rabo por el Tau de Dusko Ivanovic, con el Barça y el Pamesa instalados arriba sin hacer nada del otro jueves, un Unicaja renacido hasta dos jornadas del final y a los dos de Madrid dando bandazos de lo mejor a lo peor.
Con unos maldiciendo su suerte y otros resoplando de alivio, ya tenemos el cuadro completo de eliminatorias para el título, y aunque el previsto Real Madrid-Unicaja sonaba fantástico con Scariolo intentado saldar alguna que otra cuenta pendiente, tampoco está mal el Pamesa-Unicaja, los dos mejores en la segunda vuelta, ni suena desafinada una nueva edición del duelo madrileño, condenados a encontrarse en todas las competiciones. El Tau no debería sufrir mucho con el Joventut ni el Barça con el Auna. Pero eso será dentro de 10 días. ¿Demasiados, no?
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