El radical chií Múqtada al Sáder amenaza con atentados suicidas
El cruce de amenazas entre los mandos militares estadounidenses y los líderes religiosos más radicales de Irak sube de tono cada día. El clérigo radical Múqtada el Sáder empleó ayer, en su tradicional prédica de los viernes en Kufa, la oratoria más incendiaria para amenazar a las tropas de ocupación con una oleada de ataques suicidas si los 2.000 soldados de Estados Unidos que asedian la ciudad santa de Nayaf atacan esta localidad, bajo control de los partidarios de Al Sáder, para detenerlo o matarlo, tal y como planea el Ejército norteamericano.
Al Sáder, que ronda los 30 años y que se esconde en Nayaf, a escasos kilómetros de Kufa y 180 kilómetros al sur de Bagdad, dispone de una milicia, el Ejército del Mahdi, de entre 5.000 y 15.000 fieles surgidos de las capas sociales más pobres de Irak. "Muchos creyentes, hombres y mujeres, me piden permiso para convertirse en mártires. Yo sigo diciéndoles que esperen. Pero si se produce un ataque a nuestros lugares sagrados o a nuestras autoridades religiosas, nos convertiremos en bombas y no nos detendremos hasta destruir a las fuerzas enemigas", clamó el religioso chií ante el fervor de miles de sus leales y ante las cámaras de varias cadenas de televisión.
El religioso hizo un llamamiento a la unidad de todo el país para expulsar a los ocupantes y repasó su lectura de la historia: "Nayaf ha sufrido guerras y siempre ha salido victoriosa. Los británicos no pudieron sojuzgar Nayaf. Tampoco los turcos. Y ahora, la ocupación norteamericana no podrá destruir Nayaf".
Son muchas y recientes las advertencias de dirigentes políticos y religiosos de Irak e Irán -e incluso de miembros del Consejo de Gobierno Iraquí, tutelado por Washington- a los mandos militares de EE UU para que se abstengan de atacar Nayaf, Kufa y Kerbala. Temen que, de ser asaltadas, se produzca un alzamiento en el centro y sur del país que desemboque en un baño de sangre.
Combates en Kerbala
Aunque no se ha producido hasta la fecha un levantamiento generalizado, no hay día en que no se registren ataques contra los convoyes militares de la coalición internacional. Ayer por la mañana, en Kerbala, un centenar de kilómetros al sur de Bagdad, un sargento búlgaro resultó herido de extrema gravedad al ser atacado por insurgentes el vehículo blindado en el que patrullaba junto a militares polacos. Murió horas después en un hospital de la capital iraquí.
En la ciudad de Samarra, a unos 100 kilómetros al norte de Bagdad, un soldado estadounidense murió al estallar una bomba al paso del convoy en el que viajaba.
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