La policía busca a otros tres islamistas que colaboraron con el 'comando' del 11-M
El pasaporte de uno de los huidos fue hallado entre los escombros del piso de Leganés
La policía busca a otras tres personas de origen magrebí a las que vincula directamente con el comando del 11-M y que podrían haber facilitado a los terroristas el escondite del piso de Leganés. Los buscados son Mohamed Belhadj, la persona que alquiló el piso donde se suicidaron los fanáticos; Abdelmajid Bouchar, un consumado atleta y supuestamente la persona que huyó del piso tras avisar a los terroristas de la presencia de la policía en el edificio, y una tercera persona, también relacionada con el piso, y cuya identidad no ha sido facilitada. Contra ellos ya hay órdenes de busca y captura.
Los investigadores de la trama del 11-M tienen perfectamente identificadas a estas personas, y ya cuentan con fotografías suyas para mostrarlas durante sus pesquisas. Los tres ahora buscados, que se pusieron en paradero desconocido tras el hallazgo del piso de Leganés, residían en la zona sur de Madrid y ya han sido señalados por varios testigos y por algunos de los detenidos hasta el momento.
El primero en ser identificados fue Mohamed Belhadj. Las investigaciones sobre el uso de los teléfonos móviles comprados por Jamal Zougam (su teléfono personal era de la marca LG y estaba en su locutorio, manipulado) permitió descubrir que a través de uno de ellos se había efectuado una llamada a un teléfono fijo de Madrid.
La policía descubrió que se trataba de una agencia inmobiliaria y que Belhadj había alquilado, el 15 de marzo, un piso en el número 40 de la calle de Carmen Martín Gaite, en Leganés. Un hermano de éste, Hassan Belhadj, fue detenido el 10 de abril en Parla, pero fue puesto en libertad poco después.
La segunda persona en ser identificada y relacionada con los terroristas fue Abdelmajid Bouchar, quien supuestamente era el recadero del comando y la persona que logró escapar del piso de Leganés y avisar a los terroristas de que la policía les estaba rodeando. Su pasaporte fue encontrado entre los escombros del piso dinamitado, según han confirmado fuentes de la investigación. Los investigadores están convencidos de que era quien les hacía la compra y otro tipo de recados. Sobre la tercera persona buscada, los investigadores guardan absoluto mutismo.
La policía, además, está investigando un vehículo Volkswagen Golf de color azul localizado en Ceuta y que podría haber sido el utilizado para el transporte de la dinamita utilizada en el 11-M. Este coche fue vendido por Jamal Ahmidan, El Chino (uno de los siete suicidas de Leganés) a Abdelilah El Fouad, detenido el pasado día 2 en Ceuta y encarcelado por el juez Juan del Olmo.
Los investigadores están convencidos de que el coche utilizado inicialmente por los terroristas para viajar a Asturias a recoger unos 200 kilos de dinamita Goma 2 ECO, el pasado 28 de febrero, fue precisamente un Volkswagen Golf. El vehículo, según todas las fuentes consultadas, fue multado por la Guardia Civil, a quien El Chino, su conductor, le mostró un pasaporte y un carné de conducir falsificados a nombre del ciudadano belga Youssef Ben Salah.
Tras llegar a Avilés, supuestamente le pidió otro vehículo prestado a José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero asturiano preso por haber facilitado los explosivos, para evitar nuevos problemas. Les consiguió un Toyota Corolla, al que le pusieron matrículas falsas que ya llevaban encima por si acaso. Pero, ya el día 29, tuvieron un accidente de tráfico con este segundo coche, que quedó inutilizado. Por este motivo, volvieron a tomar el Golf, en cuyo maletero, según los cálculos de la policía, sólo caben 200 kilos de dinamita.
Por otra parte, la policía ha localizado 22 huellas dactilares en la zona del Cementerio Sur de Madrid en el que fue profanado el cadáver del agente de los GEO Francisco Javier Torronteras, asesinado por los terroristas que se suicidaron en el piso de Leganés. No obstante, ninguna de ellas ha permitido avanzar en la investigación, ya que o están incompletas o pertenecen a trabajadores del camposanto. Los investigadores confían en un soplo para aclarar la profanación.
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