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FÚTBOL | Semifinales de la Copa de la UEFA

El Valencia partirá con ventaja

El cuadro de Benítez se lleva un empate ante el Villarreal y la impresión de ser más fuerte

Fiel cada uno a su estilo, el Villarreal tuvo más el balón y el Valencia más ritmo y más ocasiones de gol. La contundencia de la defensa valencianista, por una parte, y la inspiración del meta Reina por otra, dejaron seco el marcador. Todo quedó pospuesto pues para el día 6 de mayo en Mestalla. Si bien parte con cierta ventaja el cuadro de Benítez, que apenas necesitó un fútbol discreto para acumular un puñado de oportunidades. Desbaratadas, eso sí, unas veces por el portero Reina y otras por el desatinado Angulo. Ambos quedaron satisfechos con el resultado, pero ahora sí es el Valencia el claro favorito, de ahí la sonrisa de oreja a oreja de Benítez al terminar el encuentro. Sabe bien el técnico madrileño que el conjunto de Paquito se desinfla fuera del Madrigal. Sobre todo porque, en un campo grande como Mestalla su escasa reserva de oxígeno es más probable que le pase factura.

VILLARREAL 0 - VALENCIA 0

Villarreal: Reina; Belletti, Quique Álvarez, Coloccini, Javi Venta; José Mari, Josico, Battaglia, Roger; Riquelme; y Anderson.

Valencia: Cañizares; Garrido, Ayala, Pellegrino, Carboni; Rufete, Albelda, Baraja, Vicente (Xisco, m. 85); Mista (Sissoko, m. 72) y Angulo.

Árbitro: Caradoso Cortéz (Portugal). Amonestó a Carboni, Rufete, Angulo, Albelda, Javi Venta y Coloccini.

23.000 espectadores en El Madrigal. Ida de las semifinales de la UEFA. La vuelta se juega el 6 de mayo en Mestalla.

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Poco a poco, a medida que Riquelme emergió de ese letargo en el que a veces se sumerge, el Villarreal se apoderó del balón. Buscó siempre con el pase a Anderson, cuyas carreras en diagonal retorcieron a los zagueros visitantes. Hasta que se partió la ceja y, no se sabe si fue por eso, Paquito lo retrasó un rato al centro del campo, donde perdió gran parte de su esencia. Ahí su fútbol pasa a ser intrascendente. En su lugar, el técnico asturiano ascendió a José Mari, más previsible para el jefe Ayala y su fiel Pellegrino, tan atento a los detalles. Riquelme levantó un suspiro de admiración de la grada, pero esta vez no fue por su toque de balón, sino por no tocarlo: dejó correr un pase que venía de Javi Venta y permitió a Anderson encarar la portería de Cañizares.

Dos veces estuvo a punto el zurdo Roger de marcar un gol olímpico. Su rosca desde la esquina derecha, a pie cambiado, se envenenaba hacia las redes, pero en ambas ocasiones lo evitaron los puños de Cañizares, que para eso es un especialista en el despeje de puños. El caso es que el Villarreal salvaba con cierta serenidad la adelantada presión valencianista. Otra cosa fueron las ocasiones de gol, más claras y en mayor número las valencianistas, que llegaron a la contra. O en acciones individuales de Vicente, que sacaba oro de la nada. Como ese centro que metió cuando estaba rodeado de tres defensas y que Mista remató mal porque no se lo esperaba.

Benítez, tan reacio a este torneo hasta la fecha, decidió por fin ayer que le interesa. De ahí que pusieran a los que considera sus mejores hombres disponibles, sin reservar a nadie. Sólo faltaba Aimar, tan añorado para la creación del juego. El ambiente de hermandad que había presidido los prolegómenos se agrió cuando Baraja le pisó el pie a Belletti y lo dejó postrado en el suelo. No por eso, sino porque el valencianista se desentendió del caído y sucumbió a la tentación de acabar el ataque, que era muy franco para el Valencia: Reina repelió con el pecho un remate a bocajarro de Vicente con su derecha. Desde entonces, El Madrigal le declaró la guerra a su poderoso vecino.

El Valencia salió del descanso decidido a imponer su prestigio. Más ambicioso. Chispeó su banda izquierda. Ya en el primer periodo, Carboni se había atrevido a retar a los dos galgos que corrían por su banda (Belletti y José Mari) y alcanzar la línea de fondo a la primera ocasión. Cedió atrás sin mirar, pero Angulo disparó alto con la izquierda. Otro pase largo de Carboni volvería de dejar solo a Angulo ante Reina en el comienzo del segundo tiempo, y otra vez el portero anduvo más listo que el delantero: disparó mordido. Trastabillado, eso sí, por la tarascada de Quique Álvarez, que ayer fue tan contundente como su rival Ayala.

También Belletti y José Mari le ganaron la espalda al lateral italiano, aunque ahí Pellegrino acudió presto al corte. Una vez más, la zaga valencianista dio una lección de cómo defender de manera casi perfecta, reduciendo al mínimo las llegadas del Villarreal. Anderson volvió a ocupar la punta tras la reanudación y eso que ganó su equipo en profundidad. Ayala hubo de emplearse a fondo para neutralizar sus amenazantes remates. La intensidad fue alta y Vicente, otra vez el mejor de su equipo, acabó con tanta fuerza como había comenzado, desbordando por el extremo izquierdo al desplazado Coloccini. El denodado esfuerzo de Vicente, sin embargo, apenas se vio acompañado y hubo de abandonar el campo molido a palos y sin la recompensa del gol. Se fue doliéndose del pubis, la lesión que estuvo martirizándolo toda la temporada pasada. Al final, Benítez introdujo a Sissoko y a Xisco en los minutos de la basura. Dio por seguro el empate y se puso a pensar en el próximo enfrentamiento de Liga, el domingo en San Mamés.

Ayala trata de arrebatarle el balón a Anderson ante la mirada de Pellegrino en El Madrigal.
Ayala trata de arrebatarle el balón a Anderson ante la mirada de Pellegrino en El Madrigal.ÁNGEL SÁNCHEZ

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