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Gasparovic gana la presidencia eslovaca a su ex jefe Meciar

El nuevo jefe de Estado es un abanderado del mensaje nacionalista

Ivan Gasparovic es el nuevo presidente electo de Eslovaquia. Venció a Vladímir Meciar con un 60% de los votos en la segunda vuelta. Ganó con una rotundidad sorprendente en unos comicios que se auguraban ajustados y en los que su rival y antiguo jefe político, el ex primer ministro Meciar, partía como favorito tras ser el candidato más votado en la primera ronda.

Aunque el interés por estas elecciones era escaso -en la primera ronda votó el 48% y ayer el 43%-, el resultado indica que el temor a una nueva era Meciar marcada como las anteriores por el autoritarismo movilizó a sus adversarios.

Sus partidarios no se vieron motivados a acudir a las urnas, según explican algunos en Bratislava, porque tampoco veían mayor diferencia entre su líder y Gasparovic, que durante 10 años fue su mano derecha. Durante una década nunca mostraron divergencias en su política nacionalista y todos aducen motivos personales a su enfrentamiento. Son, salvo en talante, tan intercambiables que se dio la situación insólita de que el Gobierno negó el apoyo a ambos. El candidato del Ejecutivo era el ministro de Exteriores, Eduard Kukan, respetado en Europa, que quedó eliminado en la primera ronda.

Gasparovic tenía el apoyo inicial de una serie de grupúsculos derechistas nacionalistas y sus posibilidades parecían nulas. Pero recibió el apoyo del populista Robert Fico, el líder de SMER, el principal partido de la oposición al Gobierno cuatripartito de centro-derecha. Con el resultado de la primera ronda, el Gobierno de Mikulas Dzurindza podía estar seguro de que tendría un jefe del Estado que sería más obstáculo que apoyo a su política de reformas.

Ésta ha avanzado en los últimos cuatro años para superar los retrasos que impusieron a la liberalización los mandatos de Meciar. Eslovaquia no entró en la OTAN en 1999, con Polonia, Hungría y República Checa, por ese motivo. Lo hizo apenas hace un mes y el día 1 de mayo ingresa en la UE. Nadie en Bruselas lo duda, por méritos del Gobierno de Dzurinda.

Pero son muchos los sectores que se resisten a las reformas con obstinación. Fuera de la capital, Bratislava, las fuerzas liberales y reformistas del Gobierno se enfrentan a inmensas dificultades para efectuar los cambios ante la oposición de antiguas estructuras del poder comunista, populistas y ultranacionalistas. En Kosice, por ejemplo, la capital oriental del país, los símbolos de la hoz y el martillo siguen decorando plazas principales a pocos días del ingreso del país en la UE. Ahora el Gobierno contará además con una resistencia no declarada de un nuevo presidente, Gasparovic, que, quizás menos beligerante y polémico que Meciar, coincide con éste en el mensaje básico del victimismo y nacionalismo. Muchos temen que se convierta en un abanderado del populista Fico en el hostigamiento a la política de ajuste a las directrices europeas, en la que, a nadie se le oculta, falta mucho por hacer.

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