El bienestar no cabalga
Después de los apabullantes resultados del máximo responsable del Partido Socialista de Sevilla, mi amigo Carlos me decía que no entendía cómo esto no guardaba ninguna relación con los resultados del Anuario Social de la Caixa, donde se refleja el índice de bienestar social de cada provincia española. Intentaba aclararle que esto no tenía nada que ver, que había una serie de causas endógenas y exógenas que no eran imputables a la representación política. Mi amigo no lo entendía y a continuación me formulaba el siguiente colorario: "A más caballo más paro, más lejanía del bienestar social, más clientelismo, más estómagos agradecidos, más adocenamiento, más miedo a moverse, menos creatividad, menos renovación, menos generación de empleo, más enfrentamiento con los de fuera, menos universalidad". Y afirmaba: "¿Hay alguien que pueda conseguir más?".
Pero todo no queda ahí, según Carlos la cuadra tampoco funciona, aunque responden a la doma muy bien, los sufridores o espectadores del espectáculo de los caballistas ven cómo se instala el miedo en las instituciones que regentan y cómo todo queda tañido de un velo de ineficacia que, me decía Carlos, tiene que ver con el efecto Corcubión, o Musía del Prestige, todos criticaban la gestión del partido gubernamental pero a la hora de votar; creo, decía Carlos, que, por las cuantiosas subvenciones, sacó aquel partido mayoría absoluta en las municipales.
Le dije a Carlos que no deja de ser un fenómeno extraño, pues con los datos en la mano no hay correspondencia posible, a no ser que nos vaya la marcha a los sevillanos "Sí", apuntaba Carlos: "Aunque la marcha sea a lomos de un caballo".
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