El hombre pertinaz
Gregorio Rojo nació de casualidad en Briviesca, en 1952, pero su llegada a la presidencia de la Caja Vital Kutxa, el pasado 31 de marzo, es fruto del tesón y del trabajo desarrollado a lo largo de los últimos 12 años. Hijo de ferroviario, tuvo que dejar de estudiar muy pronto por enfermedad de su padre -como su hermano Javier, el nuevo presidente del Senado, que nació en Pamplona- y empezó a buscar recursos. Casado y con dos hijas, Dorleta y Naiara, residentes en Madrid y bailarinas profesionales, a las que venera, Gregorio entró en contacto con la Caja Vital en 1992 como vicepresidente segundo, con un bagaje económico labrado en el mundo empresarial. El origen fue un puesto de pescado que regentó en la plaza de abastos de Vitoria. A partir de ahí, con la fuerza de voluntad, y la constancia que destacan sus amigos, construyó una mediana empresa de distribución de pescado y marisco que es la que da de comer a su familia. En 2000 fue nombrado vicepresidente primero, después de que una plataforma impulsada directamente por él y formada por políticos constitucionalistas y miembros destacados de la sociedad alavesa ganara por vez primera al PNV en la asamblea de la caja.
Esa victoria, como la que ha repetido hace escasamente tres semanas en la nueva asamblea de la Vital, le llena de orgullo. Sin embargo, Rojo, amigo del que fuera secretario general de los socialistas alaveses, Fernando Buesa, asesinado por ETA en 2000, lamenta que Fernando, con quien estuvo reunido un día antes de su asesinato para confeccionar la plataforma, no pudiera disfrutar de la victoria.
Rojo sucede a Pascual Jover y una de las primeras decisiones del consejo de administración ha sido dotar a la presidencia del carácter ejecutivo que no tenía y, por tanto, de un salario, como lo tiene el resto de los presidentes de las cajas vascas. Su teórica falta de preparación académica la compensa con la práctica, el conocimiento de la casa y la credibilidad que tiene entre los empleados. "Gregorio tiene crédito en la plantilla", dicen en la Vital, y la prueba es que "nadie ha levantado la voz por su designación y elección", entre otras cosas porque, como responsable de relaciones laborales, "llevó la paz social a la institución", además de conservar y mejorar el trabajo en equipo con la dirección de la caja.
Presidente de la junta administrativa de Armentia, el barrio más caro y elitista de Vitoria, ha asumido el reto de diseñar un plan estratégico "audaz" para estos cuatro años. Quiere que la caja alavesa abandone esa imagen conservadora para, desde el continuismo, asumir nuevos retos, más en consonancia con su propia forma de ver la vida.
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