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Reportaje:MÚSICA

Esponsales del ojo y el oído

Qué hacer con John Cage? Hace alrededor de medio siglo, él mismo se hacía esa pregunta a propósito de Duchamp. Quizá las 19 preguntas que le hace el cineasta holandés Frank Scheffer, y que son respondidas según un orden y duración aleatorios, ayuden a esta tarea. Pero, sobre todo, una de estas respuestas cobra una pertinencia muy relevante en estos momentos. Cage siempre ha dicho que una persona no es una oreja, una afirmación tan obvia como abierta y, con los años, un poco cargante. Pero su última respuesta al cuestionario afina mucho más la misma cuestión, se hace más modesta y personal: Cage dice a Scheffer que siempre ha estado muy implicado en el teatro porque el oído no basta, "we need the eye too" (necesitamos el ojo también). Es éste un sutil deslizamiento de la primitiva afirmación.

En el polo opuesto, un artista tan anticonceptual como Stravinsky afirmaba, a su vez, que necesitaba ver a los músicos cuando los escuchaba. Sin embargo, la mutación cultural más intensa del siglo XX ha consistido en la escucha musical desprovista de cuerpo (discográfica, radiofónica

...). ¿De dónde viene físicamente esa música? ¿Cómo se habita? ¿Qué miramos y dónde estamos mientras la oímos? Frente a estas preguntas sin respuesta, Cage reivindica el teatro porque allí se oye y se ve. En suma, la reacción frente a los males musicales del siglo (el XX, por supuesto) estaría en un teatro de la música, un lugar en el que la persona que escucha recupera su cuerpo y su orientación, maltratados ambos por años de escucha inmaterial en la que hemos sustituido el cuerpo de la música por la historia, la estructura o la fragmentación del gusto.

Es ésta una iluminación tan intensa que vale por el resto del material contenido en este DVD, y no porque sobre sino porque la ilustra casi redundantemente. From Zero es un conjunto de cuatro películas cortas que, al articularse sobre los procedimientos y poética de John Cage, se convierten en una búsqueda de su validez en el campo visual. La primera de éstas es la citada entrevista aleatoria sobre temas como el budismo, el anarquismo, Nueva York, Octavio Paz, el ajedrez, la posmodernidad (deliciosa la respuesta a esto: "La posmodernidad viene, obviamente, tras la modernidad. No alcanzo a ver la diferencia"), la muerte, Ronald Reagan, las matemáticas, Einstein, la indeterminación... La segunda película es la filmación de su obra Fourteen en una puesta en escena en la que la iluminación, la colocación de las cámaras y la disposición de los músicos del Ives Ensemble han sido determinadas por procedimientos de azar. La tercera, Paying attention, es una manipulación de otra entrevista a Cage en la que tanto el sonido como la imagen han sido tratados por análogos procedimientos aleatorios. Por último, la cuarta película, Overpopulation and Art, es un emocionante montaje constituido por la conferencia del mismo nombre, pronunciada por Cage el último año de su vida (1992), un trabajo de imágenes basado en dos espacios cagenianos (paisajes montañosos de Stony Point en el Estado de Nueva York, donde vivió en los setenta; y el cruce de las avenidas 6ª y 18ª de Manhattan, donde residió los últimos quince años de su vida), a lo que se le añade la obra Rioanjy como telón de fondo.

La importancia que recibe el azar y la indeterminación en este DVD denota, ante todo, las preocupaciones de los últimos años de la vida de Cage. Lo que, pese a su enorme interés, corre el peligro de ocultarnos muchas líneas de pensamiento puestas en pie por el músico y pensador americano en sus fases anteriores. Ese peligro no es imputable a un proyecto tan apasionante como éste, sin embargo, lo sobrevuela. Por ejemplo, en el documental sobre Fourteen, y en el making of correspondiente, se siente la necesidad de estar en el espacio de la interpretación (¡qué pena no disponer aquí de mejor traducción de la palabra performance!); ese lugar atravesado por sonidos y rayos de luz, ese auténtico teatro de un ritual musical que no impone reglas para entrar y que transmite, ante todo, libertad para escuchar, mirar, moverse e incluso marcharse... Pues bien, todas estas sugestiones están como encapsuladas en el documental, se perciben y se entienden, pero no se transmiten hasta el punto de conceder la misma libertad al contemplarlo. Y esto no es tanto una crítica como la constatación de unos límites a la expansión lineal de los mismos procedimientos. La excesiva fidelidad de Scheffer y Culver a los parámetros de pensamiento de Cage convierte en documental lo que podría haber sido experiencia. No importa; Cage exuda siempre. Quizá hoy día la doctrina de la indeterminación, de inspiración zen, esté menos adaptada a las condiciones de resistencia de la crisis actual; pero su sugestión de la indivisibilidad de ojo y oído debería escribirse con letras de molde en el frontispicio de un supuesto monumento a nuestro cuaderno de deberes. Tirando de este hilo nos encontraremos con interrogaciones sobre la fragilidad de nuestro imaginario sonoro actual y con nuestra mala salud de hojalata en el ámbito presente de nuestra vida simbólica. ¡Y todo esto por el precio de un DVD! ¿Cómo no ha llegado antes?

El sello discográfico neo-

yorquino Mode nació cerca de la influencia de John Cage, creado por Brian Brandt, colaborador suyo. Con más de 130 referencias discográficas, 30 de ellas dedicadas a Cage, Mode es ya uno de los sellos esenciales de la música de vanguardia. Eso nos hace esperar pronto la llegada de producciones históricas de Feldman, Tudor, Kagel, Bussoti, Xenakis y muchos más. Pero es en el capítulo del DVD donde la llegada de Mode puede cubrir auténticas lagunas. Por seguir en el legado del célebre Frank Scheffer, esperamos con impaciencia su filme sobre Elliott Carter, músico antitético de Cage y su mejor contrafigura en la música contemporánea norteamericana y, por qué no, sus tres películas sobre Frank Zappa y sus trabajos sobre Stravinsky, Schönberg, Berio o Brian Eno.

El músico norteamericano John Cage, en 1991.
El músico norteamericano John Cage, en 1991.JOAN SÁNCHEZ

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