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La Asamblea de Francia concluye la reforma para acelerar el divorcio

El requisito de culpabilidad se reduce a los casos de violencia

La Asamblea Nacional francesa debería acabar hoy su revisión de la ley del divorcio, antes de que ésta sea sometida en junio a una segunda lectura por parte del Senado. La nueva ley entraría en vigor en enero del 2005.

La principal novedad del texto consiste en reducir el llamado "divorcio por falta" -es decir en el que uno de los cónyuges es reconocido culpable de la ruptura- a los casos de violencia doméstica. En la actualidad el "divorcio por falta" contemplaba otras muchas circunstancias, ya fuese la infidelidad repetida o las discrepancias de orden sexual o de organización de la familia respecto a los hijos. Todos esos parámetros hacían necesario, en un 40% de los casos, un culpable.

La nueva ley permitirá acelerar los trámites -una sola visita al juez en caso (el 60% de los instruidos) de consentimiento mutuo, que hoy necesitan dos visitas- y dará un mayor protagonismo al llamado "mediador", que intervendrá antes que la justicia para intentar resolver los conflictos, sin necesidad de llegar a un procedimiento civil.

También es nuevo el que el cónyuge estimado "culpable" del divorcio por el juez no por eso quedará desamparado económicamente: en la sentencia se separa el especto material del moral. Al tiempo, las pensiones que uno de los cónyuges debía pagar son objeto de un nuevo reglamento, desapareciendo la obligación de pago cuando se transmite a los herederos o, sencillamente, cuando cambia la situación del deudor.

Para el ministro de Justicia, Dominique Perben, la ambición de la reforma es "desdramatizar, humanizar y simplificar" todo el procedimiento, llegar a un "divorcio tranquilo". La oposición, que sin duda estima que la ley va en buena dirección, se abstendrá en su voto "porque el texto anda escaso de ambición a la hora de crear un auténtico derecho al divorcio", según el diputado socialista Jean Yves Le Bouillonec, que presenta varias enmiendas.

Perben dice actuar movido "por el pragmatismo, por la necesidad de adaptarse a las realidades conyugales" y desea que el texto "acompañe a los esposos en esa fase de transición" que es el divorcio para "garantizar los equilibrios fundamentales entre las dos partes".

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