El Madrid vuelve a sonar en Europa

Cinco de junio de 2000: Palau Blaugrana de Barcelona. Alberto Herreros, capitán del Real Madrid, recibe casi de forma furtiva el trofeo que acredita a su equipo como campeón de Liga. La escena se desarrolla en un pasillo adyacente a los vestuarios. El conjunto blanco acaba de derrotar a domicilio al Barça en el quinto partido de la final. Desde ese día, la sala de trofeos del Barça ha hecho sitio a dos Ligas, una Copa y, por vez primera en su historia, una Copa de Europa. La del Madrid no ha hecho sitio más que a una Copa de la Comunidad.

El Madrid, liderado por Bennett, tiene hoy la oportunidad de acabar con tres temporadas malditas, las peores de su historia. Disputa ante el casi desconocido Hapoel de Jerusalén -en el que destaca Solomon, ex jugador de Memphis-, en la ciudad belga de Charleroi, la final de la Copa ULEB (20.30, La 2), el trofeo continental que cogió el relevo de la Recopa y la Copa Saporta. Un trofeo a priori menor que, sin embargo, otorga a quien lo conquista un premio fabuloso: una plaza en la próxima edición de la Euroliga, el gran objetivo del club.

Los últimos tres años han sido los más vulgares de su existencia. Véase si no la cosecha: en la temporada 2000-2001 quedó subcampeón de Liga y de Copa, en ambas aplastado por el Barça de Gasol, y fue eliminado en los cuartos de final de la Euroliga; en la siguiente fue aún peor: quinto en la Liga, despedido en primera ronda de la Copa y en cuartos de la Euroliga. Parecía imposible que el equipo más laureado del continente empeorara esos números. Los empeoró. La pasada temporada cayó en la primera fase de la Euroliga y de la Copa, y en la Liga firmó la más triste actuación que se recuerda: acabó 10º, fuera de la fase final y de todas las plazas que llevan a Europa. Pero la ULEB, organismo privado que organiza los torneos continentales, se apiadó del club y le invitó a su segunda competición.