Teléfono rojo, ¿volamos a Pesaro?

Los cambios introducidos respecto a la presentación en Pesaro el verano pasado de esta producción dirigida por Dieter Kaegi han supuesto una mejora de calidad considerable en el resultado global. En primer lugar, por la dirección musical. De Carlo Rizzi a Alberto Zedda hay un abismo, y ya desde la excelente lectura de la obertura ayer en el Real se pudo apreciar que el espíritu rossiniano no iba a faltar. Zedda hace una versión absolutamente magistral de Semiramide, con una tensión interna y un gusto por el detalle que no decaen en ningún momento. La Sinfónica de Madrid responde maravillosamente, en una de sus mejores actuaciones -si no la mejor- desde la reapertura del teatro.

Se mantenían del reparto vocal en Pesaro Daniela Barcellona e Ildar Abdrazakov, y como allí dibujaron en el Real sus personajes con convicción, idoneidad estilística y un punto de contención. Ángeles Blancas, la Semiramide madrileña, es una cantante temperamental, de gran personalidad, que no siempre redondea sus actuaciones conforme a sus posibilidades. Ayer tuvo momentos espléndidos y otros que no lo fueron tanto. Es valiente en los agudos y en las agilidades y, en general, resuelve las dificultades con cierto desparpajo, aunque cuando menos se lo espera uno puede tener una frase desafinada. Estoy convencido de que tendrá funciones de mayor regularidad en esta serie. Tiene genio y facultades para bordar su papel. Antonino Siragusa, otra de las novedades, desarrolla con buen gusto una línea musical adecuada para su personaje. Se lució Felipe Bou y cumplió el resto del elenco.

También la puesta en escena brilló más en el Real que en el Palafestival de Pesaro. Tiene su coherencia en el desarrollo del conflicto entre amor y poder en el contexto de luchas políticas e influencias religiosas. La música de Rossini, tan abstracta como intercambiable, admite estéticas diferentes, incluso ésta, a medio camino entre el cine de Kubrick, los platós de televisión a lo crónicas marcianas, las mesas futuristas de sabor ONU o los casinos sofisticados. Tal vez la cotidianeidad de estas imágenes le quite atractivo. O la trivial dirección teatral. La teatralidad, en cualquier caso, salía del foso. Alberto Zedda demostraba que tiene línea directa con el compositor. Tal vez desde ese teléfono rojo que en un momento trae una azafata a escena.