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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Redes enredadas

Ha habido una "revolución tecnólogica" pero también un número tan elevado de libros que abordan sus consecuencias, sean auspiciosas o nefastas, que ya sería hora de asignarles un subgénero ensayístico propio. La mayoría de estos libros se retroalimentan entre sí, y sus autores repiten hasta la saciedad lo mucho que los flujos y reflujos de la comunicación cibernética inciden en la vida contemporánea y en los nuevos cultos, religiones y costumbres que se vehiculizan a través del chisporroteo de las pantallas de ordenador. Muchas veces aciertan en las críticas, pero uno tiene la impresión de que eso que critican les produce una honda fascinación. Enésima obra sobre el asunto, pues, escrita esta vez por un autor que cobró cierta notoriedad hace un par de décadas con un curioso libro titulado El tao de la física.

LAS CONEXIONES OCULTAS

Fritjof Capra

Traducción de David Sempau

Anagrama. Barcelona, 2003

388 páginas. 17,50 euros

Capra propone aquí una tesis atrevida: que la totalidad, el universo todo (las cosas, pero además, hombres, máquinas, animales, plantas, procesos neuronales y mentales, cálculos, lenguajes, sistemas de organización y de producción e intercambio de bienes, todo lo que se pueda imaginar como salido de un organismo viviente) responde a la misma pauta y ésta, a su vez, a un modelo autopoiésico -según la terminología de Maturana y Varela- cuya fórmula magistral y originaria se encuentra ya en el nivel celular y molecular. Esta idea, que podría considerarse afín a una especie de sociobiología, se inspira por otro lado en la conocida teoría de sistemas, y había sido ya acariciada por el extravagante Gregory Bateson en los años sesenta. Tiene, por tanto, el sello característico de la teoría al estilo californiano (cosa lógica puesto que Capra es profesor en Berkeley). Bateson solía ser un poco dandi, pero era también un antropólogo inteligentísimo que conocía a fondo la brecha insalvable que se abre entre naturaleza y cultura; y aunque aspiraba a alcanzar una teoría unificada para comprender holísticamente el mundo, jamás habría utilizado un principio biologicista como modelo social, económico o político, sea o no crítico, como, de algún modo, se propone Capra, que -seguramente, sin querer- coquetea con el naturalismo. Si no recuerdo mal, el profesor de Harvard Edward Wilson incurría hace treinta años en esta tesitura; por cierto, sin coartadas "antiglobalizadoras", como hace Capra, razón por la cual Wilson fue tachado de reaccionario.

El libro de Capra es frondoso

en información, de lectura agradable y por momentos interesante, sobre todo cuando aborda la biotecnología, donde es manifiesta su deuda con las investigaciones de Maturana y Varela, con la simbiogénesis de Lynn Margulis, y con la obra de muchos divulgadores científicos que son reciclados con eficacia. De la biotecnología saca Capra la estructura reticular de las conexiones vitales, las fascinantes redes (la Red es la Gran Metáfora de nuestra época), que en la segunda parte pretende generalizar como matriz organizativa de la sociedad capitalista contemporánea. Pero tampoco aquí es original. Su modelo reticular cibernético transcribe la sociología de Manuel Castells, y, en materia de biotecnología y genética aplicada, aunque el libro informa con solvencia al lector, el análisis es básicamente periodístico. Al final, la prolija descripción de las redes sólo sirve para desgranar denuncias contra la llamada "globalización" y sus agentes diabólicos: el FMI, las grandes corporaciones, la OMC, el Banco Mundial, el G-7, etcétera, con los conocidos argumentos del movimiento anticapitalista y las simpáticas soluciones ecologistas, con el automóvil a hidrógeno de Rifkin inclusive.

Al final, el lector queda algo desorientado: si una gigantesca y maligna red financiera y de información sostiene la hegemonía del capitalismo en el mundo, ¿por qué una red alternativa, eco-diseñada, eco-alimentada, eco-elaboradora de "flujos de materia y energía" -pero eso sí, siempre conectada a Internet- está llamada a desbancarla?

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