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LA OFENSIVA TERRORISTA | La actuación de los servicios secretos

El CNI dio prioridad al terrorismo islamista dos meses antes del 11-M

La Directiva de Inteligencia, de carácter secreto, fue aprobada en enero

La lucha contra el terrorismo islamista se convirtió en objetivo prioritario para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sólo dos meses antes del 11 de marzo. La Directiva de Inteligencia de enero de 2004, el documento secreto mediante el cual fija el Gobierno los objetivos anuales del CNI, incluye por primera vez el terrorismo islamista entre las prioridades, junto a otras como ETA o la protección de las tropas españolas en el extranjero.

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La Directiva de Inteligencia fue aprobada por José María Aznar a propuesta de la Comisión Delegada de Asuntos de Inteligencia, presidida por el vicepresidente primero, Rodrigo Rato, e integrada por los ministros de Asuntos Exteriores, Defensa e Interior, así como el secretario general de la Presidencia, el secretario de Estado de Seguridad y el director del CNI, que actúa como secretario.

La inclusión del terrorismo islamista como uno de los objetivos prioritarios del CNI fue la principal novedad del documento. Ello significa, según los expertos, que las operaciones relacionadas con grupos integristas musulmanes tienen preferencia a la hora de distribuir los medios humanos y materiales del centro.

La primera consecuencia de la nueva directiva fue la reorganización en febrero del CNI y la creación de un departamento de terrorismo islamista, dependiente de la división de contraterrorismo, como informó EL PAÍS el 24 de marzo. En la nueva estructura, la sección responsable del terrorismo integrista islámico está al mismo nivel que la encargada de ETA.

Pero este cambio organizativo apenas tuvo efectos reales antes del 11-M. Los efectivos del CNI dedicados a combatir el terrorismo islamista suponen una cuarta parte de los empeñados contra ETA, una proporción similar a la que se da en la Guardia Civil o el Cuerpo Nacional de Policía, con la diferencia de que el primero es mucho menos conocido.

Lo cierto es que la matanza de Madrid cogió por sorpresa al centro de inteligencia. El primer informe del CNI, fechado a las 15.51 del 11 de marzo y desclasificado una semana después por el Gobierno para intentar demostrar que no mentía al atribuir a ETA los atentados, daba por "casi segura" la autoría de la banda terrorista vasca, con la información disponible en ese momento.

Suficientes indicios

Y, sin embargo, había suficientes indicios de que España podía convertirse en blanco de Al Qaeda. Aunque el Gobierno se empeñara en negar la evidencia, diversos informes del CNI y la Guardia Civil advirtieron a lo largo de 2003 del riesgo de represalias por el protagonismo en la guerra de Irak.

La escasa aportación española a la invasión se vio eclipsada por la proyección pública de la presencia de Aznar en la Cumbre de las Azores, el 16 de marzo, o la celebración en Madrid de la reunión de donantes, el 23 y 24 de octubre. La difusión ese mes de una declaración del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en la que citaba a España convirtió en amenaza lo que hasta entonces era un riesgo.

La detención, el 5 de septiembre en Granada, del periodista de la cadena Al Yazira Tayseer Alouny tuvo una amplia repercusión en los medios de comunicación árabes y contribuyó a incrementar la hostilidad hacia España. Más grave aún, los atentados de Casablanca (Marruecos), en mayo pasado, no sólo tuvieron entre sus objetivos la Casa de España, sino que llevaron a refugiarse en España a fugitivos de la policía marroquí.

Todas estas circunstancias decidieron al CNI a colocar el terrorismo islamista entre sus prioridades. Pero no supo, o no pudo, sacar las consecuencias prácticas de ello.

Uno de los trenes objeto del atentado del 11-M.
Uno de los trenes objeto del atentado del 11-M.LUIS MAGÁN

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