Baraja tira del Valencia en Burdeos
El cuadro de Benítez va de menos a más y acaba venciendo al Girondins, que jugó con 10 desde el minuto 26
Ni siquiera hubo de brillar especialmente. Le bastó a Baraja con echarse el equipo a la espalda al comenzar la segunda parte, pedir y pedir la pelota, insistir en el reparto del juego a una parte y a otra hasta que, finalmente, resolvió en una acción individual. Vio un pasillo en el balcón del área francesa, penetró con firmeza y disparó con la misma convicción. Cambió un partido muy empinado. En otro Valencia repleto de suplentes, flojísimo en la primera parte, el capitán Baraja entendió cuál debía ser su protagonismo. Acompañado, eso sí, por la ayuda de Sissoko en la recuperación de balones. Y también por el técnico, Rafa Benítez, que a medida que fue cambiando a jugadores de posición, su equipo fue entrando cada vez más en el encuentro. No le quedó más remedio a Benítez que rescatar del banquillo a algunos de sus titulares para recuperar la eliminatoria. Entró Mista, más tarde Carboni y, así sí, el Valencia firmó su tremenda superioridad ante el Girondins. Un adversario más bien brusco, de pocos recursos, en el que tan sólo los españoles Celades y Riera dieron un toque de distinción.
GIRONDINS 1 - VALENCIA 2
Girondins de Burdeos: Ramé; Jemmali (Basto, m. 69), Planus, Caneria, Jurietti; Francia (Feindouno, m. 70), Eduardo Costa, Mavuba, Riera; Celades; y Chamakh.
Valencia: Cañizares; Curro Torres, David Navarro, Pellegrino, Garrido (Carboni, m. 74); Rufete, Marchena (Canobbio, m. 46), Baraja, Xisco; Sissoko; y Oliveira (Mista, m. 65).
Goles: 1-0. M. 17. El zurdo Riera lanza una falta a pie cambiado desde la derecha y Cañizares falla en el blocaje.
1-1. M. 74. Baraja recibe el balón de Sissoko en la frontal del área, avanza unos metros y dispara fuerte y elevado a gol.
1-2. M. 84. Rufete marca de cerca tras un disparo al palo de Canobbio.
Árbitro: Michael Riley (Inglaterra). Expulsó a Mavuba con roja directa (m. 26) por agredir a Sissoko. Amonestó a Jurietti, Curro Torres, Rufete, Jemmali, Garrido, Chamakh y Riera.
29.108 espectadores en el estadio Chaban-Delmas de Burdeos.
Al principio, el Girondins hizo trizas al Valencia por una brecha que descubrió en la derecha. Benítez le había dado descanso a Carboni y como lateral izquierdo ubicó a Garrido, quien, poco habituado a la tarea, pasó un mal trago. Acrecentado por las broncas procedentes de Pellegrino, que no daba crédito a lo mal que estaban defendiendo. En parte obligado por las lesiones, en parte por su prioridad por la Liga, Benítez dispuso un conjunto muy limitado, sobre todo en ataque, con pocas esperanzas de enlazar tres pases seguidos. Confiaba de nuevo en su fortaleza defensiva, pero esta vez, excluido Carboni, se cayó el castillo. Claro que nadie contaba con que errara Cañizares, al que se le escurrió un balón aparentemente sencillo de detener. Un disparo de falta desde la derecha, a pie cambiado, del zurdo Riera. Hasta el propio extremo izquierdo mallorquín del Girondins tardó en reaccionar. Tardó en darse cuenta de que, efectivamente, había marcado. Su quinto tanto en la Copa de la UEFA, lo que sitúa entre los mejores anotadores del torneo. El fallo de Cañizares se debió quizás al constante cambio de luz por el sol que hubo en el estadio y que en ese momento le influyó. O al nuevo balón que se usará en la Eurocopa, más difícil de controlar y que Benítez criticó con dureza.
El choque también se endureció sin aparente motivo. O tal vez sí. El medio centro brasileño Eduardo Costa no necesitó más de un minuto para hacer honor a la fama que lo precedía: de una patada mandó a Rufete a la banda, a ser atendido por el médico de su equipo. El encuentro se fue enmarañando hasta que Mavuba agredió a Sissoko, que yacía en el suelo, en el minuto 26. Lo vio el árbitro, así que el Valencia jugaría con uno más un largo tramo. No tenía más remedio que atacar. Y descubrir sus agujeros ofensivos. Desasistido y desacertado anduvo Oliveira, que no dio pie con bola. Lo mismo puede decirse de Xisco, que entraba por la izquierda. El Valencia, en suma, dio una imagen lamentable en el primer periodo.
Tras el descanso, Benítez zarandeó a los suyos. Dio paso a Canobbio como media punta para tratar de enganchar más con el ataque. Pero el uruguayo, al principio, estuvo tan dormido como sus compañeros. Sin pizca de energía. De hecho, el Girondins disfrazaba su inferioridad numérica con la profusa presencia de los dos españoles, los mejores junto al joven Chamkh, un delantero marroquí de 19 años de elegante zancada.
Los buenos trazos de Baraja en el inicio de la elaboración se perdían en la nada. En la falta absoluta de profundidad. Así que el técnico se cansó de Oliveira e introdujo al inspirado Mista. Más tarde entró Carboni. E inmediatamente después, mientras el lateral italiano tomaba posesión, hubo un despiste en la zaga francesa que aprovechó Sissoko. Cedió a Baraja y éste arrancó solo por el centro del área, encaró al portero Ramé y clavó la pelota ajustada a la escuadra. El Valencia recobró el orden natural de su juego. Carboni apuntaló la banda, Baraja acentuó su manejo en el centro del campo y Mista abrió los huecos suficientes para ganar el partido. Por uno de ellos penetró Canobbio, regateó al portero y disparó al poste. El rechace lo remachó Rufete, dejando el camino del Valencia expedito hacia las semifinales de la Copa de la UEFA, una cita a la que no acude desde hace 40 años.
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