¿'Yihad' en Madrid?
(Respuesta al artículo Yihad en Madrid, de Antonio Elorza, publicado el 18 de marzo).
En principio, consideramos que una discusión sobre el Corán está fuera de lugar en un diario. Resulta inapropiado citar a la ligera unos textos que han sido objeto de multitud de exégesis, y que forman parte del patrimonio de la humanidad. En concreto, el señor Elorza se ha referido a los versículos donde se autoriza a los musulmanes a combatir, como una muestra del carácter violento del Islam. Sin entrar en detalles, señalamos lo siguiente.
Literalmente, en los primeros años de su predicación, Muhámmad realizó el ideal cristiano de poner la otra mejilla. Las descripciones de tortura y persecución sufridas por los musulmanes en Meca son desgarradoras. Cuando le pedían permiso para defenderse, Muhámmad contestaba: "No se me ha ordenado combatir".
Si se sigue hablando de 'terrorismo islámico' no aislaremos a los verdaderos terroristas
En todo el Corán no existe ni una sola aleya que hable del 'yihad' contra los infieles
El Corán es explícito al respecto: responde a una mala acción con una buena y aquel que era tu enemigo será tu amigo (ver Corán 13 / 22 y 23 / 96). De ahí las exhortaciones a ser pacientes en la adversidad. Dios está siempre con los perseguidos.
Este periodo abarca la mayor parte de la vida de Muhámmad, e incluye un intento de asesinato contra él. Sólo tras la emigración a Medina, y cuando la comunidad en su conjunto se ve amenazada, se produce la revelación de los versículos donde se autoriza a los musulmanes a combatir. El texto no tiene desperdicio para aquellos que piensan que el Islam es una religión fanática que no admite la libertad de cultos.
"Les está permitido combatir a aquellos que son víctimas de una agresión injusta -y, ciertamente, Dios tiene poder para auxiliarles. Aquellos que han sido expulsados de sus hogares, contra todo derecho, sólo por haber dicho: '¡Nuestro Sustentador es Dios!'. Pues, si Dios no hubiera permitido que la gente se defendiera a sí misma unos contra otros, los monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas -en los cuales se menciona el nombre de Dios en abundancia- habrían sido destruidos". (Corán 22 / 39-40).
Esta revelación permitió a los musulmanes defenderse ante las agresiones, pero sólo en el caso de ser previamente atacados. Esta es la base del concepto del "yihad menor" (el "yihad mayor" es el esfuerzo espiritual por la superación). Los argumentos para justificar el derecho a la defensa son muy modernos: lucha contra la tiranía y defensa de la libertad religiosa. Los musulmanes, tal y como afirman tanto el Corán como los hadices como todas las escuelas jurídicas del Islam, sólo pueden combatir en caso de legítima defensa, y sólo hasta que los enemigos abandonen las hostilidades:
"Por tanto, combatidles hasta que cese la opresión y la adoración esté consagrada por entero a Dios; pero si cesan, deben acabar todas las hostilidades". (Corán 2 / 193).
Esto es lo que afirma el pasaje citado por Elorza, aunque nuestro catedrático se ha dejado la primera parte y las aleyas siguientes, con lo cual el sentido original se pierde.
En todo el Corán no existe ni una sola aleya que hable del yihad para combatir a los infieles. Por lo demás, el término infieles es una traducción más que dudosa del árabe kufar, que ha dado palabras como el maltés kiefer (cruel) o el francés cafard (traidor, hipócrita). En castellano tenemos la palabra cafre: alguien zafio, bárbaro y cruel. Ninguna de estas palabras tiene connotaciones religiosas. De hecho, hay cafres en todas partes, y cuando se unen y atacan, la única opción es combatirlos. Esto se parece bastante a la idea de la "guerra justa" de la Iglesia, pero muy poco a la "guerra preventiva" de Bush.
Por otra parte, existen una serie de límites y condiciones impuestos por la tradición en el ejercicio del "yihad menor". Por ejemplo, desde el punto de vista de la Sharia, está totalmente prohibido matar no combatientes, incluidos criados, niños, mujeres, ancianos, monjes, ermitaños, comerciantes, locos, ciegos o impedidos. Está prohibido torturar enemigos o mutilar sus cuerpos. Además, están prohibidas acciones como las de talar árboles frutales, destruir edificios, dispersar abejas...
En el momento en que algún grupo musulmán pretenda utilizar el concepto del yihad para atacar civiles, está manipulando las palabras y engañando a sus correligionarios. Los terroristas no son musulmanes, y aún menos ortodoxos. En ninguna escuela jurídica de la historia del Islam acciones de este tipo han estado permitidas. Un atentado como el del 11-M está tan lejos de los valores del Islam como pueda estarlo del budismo. Cualquier otra consideración esta fuera de lugar.
Mucho más grave, por falsa y difamatoria, es la pretensión de que el profeta Muhámmad hubiese cometido "crímenes contra la humanidad". En concreto, Antonio Elorza se refiere al pretendido "exterminio de los Banu Quraiza". Sencillamente, esto es una infamia. Ya en 1976, el Journal of the Royal Asiatic Society de Gran Bretaña e Irlanda refutaba esta leyenda por proceder de fuentes historiográficas más que discutibles.
Volviendo al 11-M, sugerimos a Antonio Elorza que espere a la finalización del caso, cuando se den por terminadas las investigaciones y se celebre el correspondiente juicio. Mientras tanto, especular sobre lo que dice el Corán de una manera tan sesgada no puede contribuir mucho a aclarar las cosas, y aún menos lanzar semejante calumnia contra el profeta Muhámmad. Esto sólo sirve para sembrar la confusión y el odio entre los lectores poco informados, lo cual no es muy cívico en estas circunstancias.
Tras los salvajes atentados del 11-M, cuando los musulmanes sentimos como un deber cívico colaborar en la lucha contra el terrorismo, declaraciones como estas no pueden sino dificultar las cosas. ¿Cómo se pretende recabar nuestra colaboración en una lucha que constantemente se confunde con el discurso de la islamofobia? Mientras no cesen estas confusiones y se siga hablando de "terrorismo islámico", no lograremos aislar a los verdaderos terroristas.
Creemos que es el momento de reflexionar y de que nos demos cuenta del absurdo de seguir propagando calumnias de este tipo. Un catedrático de la talla de Antonio Elorza saca una aleya coránica de contexto y escribe que el profeta del Islam cometió "crímenes contra la humanidad", y a nadie le sorprende. No podemos sino "rasgarnos las vestiduras", una vez más denigrados en nuestras convicciones, como si el insulto hacia los musulmanes fuese una costumbre. Si palabras semejantes fuesen escritas sobre Buda o sobre Jesucristo, que la paz sea con ellos, no serían publicadas.
A Antonio Elorza no le disculpa su ignorancia. El hecho de citar una aleya coránica mutilando su primera parte para tergiversar su sentido y afirmar que el Islam es esencialmente violento, y que los terroristas son "ortodoxos", solo puede ser considerada como un fraude intelectual destinado a propagar la islamofobia.
Sugerir un Islam sin yihad es tan absurdo como sugerir un budismo sin meditación, una democracia sin elecciones o un cristianismo sin sacrificio. La noción del yihad no se aplica únicamente a la guerra defensiva. Existe también un yihad del conocimiento, el cual nos es muy necesario. La palabra árabe yihad significa esfuerzo, y difícilmente puede ser desterrada de los diccionarios. Sugerimos a nuestro catedrático que, antes de realizar sugerencias tan peregrinas, traduzca las palabras: ¿cómo podríamos pensar un sometimiento a Dios (Islam) sin el consiguiente esfuerzo por superarnos (yihad)?
Mansur Escudero es presidente de Junta Islámica y secretario general de la Comisión Islámica de España; Abdennur Prado es secretario de Organización de Junta Islámica y director de Webislam.com.
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