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Díaz Alperi no ha puesto en marcha ningún gran proyecto en sus nueve años de gobierno

Las grandes operaciones urbanísticas de Alicante permanecen bloqueadas

El Ayuntamiento de Alicante que dirige el popular Luis Díaz Alperi no ha sido capaz de poner en marcha ningún gran proyecto, ni urbanístico ni dotacional desde que accedió a la alcadía hace 9 años. Con la certeza, además, de que el actual mandato concluirá sin referentes emblemáticos. Han sido nueve años de sintonía política con los gobiernos central y autonómico, gestionados con mayoría absoluta en una coyuntura económica global propicia a la inversión. Tres hipermercados y un colosal parque inmobiliario de renta libre quedan en el haber del alcalde.

"El problema es que el Ayuntamiento ni está ni se le espera", dice un urbanista
El fiasco del palacio de congresos abandera una serie de proyectos fallidos y bloqueados

El alcalde Luis Díaz Alperi, si cumple su promesa, se marchará del Ayuntamiento sin ver en pie el proyecto insignia de sus mandatos, el palacio de congresos. Pero ese fiasco es menor si se le compara con el bloqueo pertinaz de los grandes planes urbanísticos, llamados operaciones integradas en el vigente Plan General, como el eje Campoamor-Tabacalera, o con la precariedad de los accesos norte y sur de la ciudad, o con la obsoleta estación de autobuses o con unas obras del soterramiento de las vías del tren que no acaban de arrancar.

Hay que retroceder 10 años para encontrar actuaciones relevantes en la ciudad: la puesta en marcha de la Euroagencia, una obra emblemática que situó Alicante en el mapa de Europa, y la transformación de la dársena portuaria de Levante, que de hecho abrió la ciudad al mar. Actuaciones de esa trascendencia para la ciudad no se han realizado desde entonces. En el haber de los populares, un parque en el Benacantil, La Ereta, planificado por gobiernos anteriores al del PP, y el difuso proyecto de la Ciudad de la Luz apenas inciado. El PP se encontró en 1995 una ciudad en transformación que buscaba un lugar en el mundo y un ambicioso proyecto en marcha para recuperar la zona portuaria para disfrute ciudadano. Un plan de desarrollo supramunicipal, bautizado como Triángulo Alicante-Elche-Santa Pola, pretendía convertir el área metropolitana alicantina en una de las zonas más prósperas, productivas y ordenadas de Europa. Se quedó en papel mojado. El Consell abortó ese proyecto, se volcó en Terra Mítica y trató de compensar a Alicante con un proyecto emblemático, la Ciudad de la Luz, que no ha llegado a brillar.

Paradójicamente, la obra más importante de los actuales gestores públicos no estaba planificada. Fue promovida por la Administración autonómica, también del PP, y además es de las que causan un sinfín de molestias a vecinos y comerciantes sin acarrear ni un punto de lucimiento para los políticos. Las inundaciones que sufrió Alicante el 30 de septiembre de 1997, en las que cinco personas perdieron la vida, obligaron a dar prioridad a un plan urgente contra las avenidas, con una gran inversión pública.

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Pero ni siquiera esa opaca infraestructura quedará en el haber de Díaz Alperi, como tampoco otras actuaciones actuales, como la construcción del tranvía. Hasta el anterior presidente de la Diputación, Julio de España, sacaba pecho ante Díaz Alperi: "Ahí quedan dos museos de mi gestión". El gobierno local ni quiera ha podido ampliar uno ya existente.

Cuando Díaz Alperi tomó las riendas de la ciudad se encontró con una pera en dulce: un montón de suelo de uso residencial por desarrollar en el Plan General de 1987. Ex promotor de viviendas, el alcalde se movía como pez en el agua y poco tardó en desbloquear un puñado de planes parciales para la construcción de millares de viviendas de renta libre. El departamento de Urbanismo batía sus marcas en licencias de obras. Así, hasta agotar el suelo. La actividad inmobiliaria ha sido frenética, tanto o más que la carrera que emprendieron varias grandes firmas comerciales para instalarse en la ciudad. Hasta tres nuevos hipermercados, aprobados en medio de agrias polémicas entre el gobierno local, la oposición y el colectivo de pequeños y medianos comerciantes se han implantado en la ciudad.

Pero aquel Plan General, aún hoy vigente, priorizaba una serie de grandes actuaciones llamadas operaciones integradas que, ajenas a la especulación inmobiliaria, reestructuraban la ciudad y solucionaban problemas endémicos urbanos.

A principios de marzo, la Universidad de Alicante tomó parte en ese lastre endémico urbano y diseñó una solución urbanística para el acceso sur de la urbe, desde la Euroagencia hasta los terrenos portuarios de la antigua Campsa y la vieja estación ferroviaria de Murcia. La Autoridad Portuaria mostró interés por el trabajo universitario y llegó a participar en unas reuniones para explicarlo. El Ayuntamiento estaba invitado, pero no acudió. "El problema de este Ayuntamiento es que ni está ni se le espera", lamentó uno de los participantes en esas jornadas.

Siete áreas de oportunidad

Desde la dirección del área de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad de Alicante, José Ramón Navarro, apunta siete espacios urbanos que piden a gritos su intervención: el paseo de Calabarda y toda la fachada litoral sur, el sector de la antigua Campsa y la estación de Murcia, Renfe, Campoamor-Fábrica de Tabacos-Plaza de Toros, Sangueta y Albufereta. La Universidad ha estudiado soluciones para todos estos sectores, dos de los cuales están ahora sometidos a una gran tensión política: Sangueta, con el anuncio del alcalde de emplazar ahí el palacio de congresos, y fachada litoral sur, donde encuentran las viejas industrias harineras objeto de controversia tras el peculiar acuerdo entre sus dueños y el alcalde. Navarro, en su propuesta de ordenación de este sector, protege los edificios de las harineras, y remata la Avenida de Óscar Esplá con un auditorio. Más al sur, propone unir el parque de El Palmeral con el mar liberando una franja de la carretera nacional que los divide.

Sobre Renfe, Navarro indica que nadie pone en duda el proyecto del soterramiento, aunque expresa su preocupación por el diseño de la nueva estación. "La actual marquesina de la estación de Madrid, de la segunda mitad del siglo XIX, es la más antigua de España y está ligada a la memoria colectiva de la ciudad", explica.

Las posibilidades de la dársena portuaria interior son enormes, agrega. "Ahí, en sus 25 hectáreas cabe casi toda la ciudad". A juicio del urbanista, el eje de Campoamor con la Tabacalera y la Plaza de Toros, contemplada en el vigente planeamiento urbanístico como operación integrada, debería desarrollarse sin desgajar.

Navarro define estas áreas como de oportunidad urbana y todas ellas precisarían intervenciones preferentes.

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