_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Norte y Sur

No es extraño que aquí, en el país de los vascos, hasta los ejemplares más espesos de la fauna política acudan a dar saltos, cargados de energía y entusiasmo febril, a los conciertos de los Rollling Stones. Todos están contentos de haberse conocido y, sobre todo, todos están extraordinariamente satisfechos porque Euskadi va bien. La Fundación La Caixa acaba de publicar su Anuario Social de España, en donde el País Vasco destaca en casi todos los parámetros por encima del resto de comunidades autónomas. Parece que los técnicos que confeccionan estos mapas sociales, gentes muy estudiadas, nos quieren demostrar a golpe de estadística la existencia fatal de eso que dio en llamarse las dos Españas y que, por el momento, ha servido para dar pasto a cientos de guiones de filmes generalmente infectos bautizados como "cine español".

No sé si me convencen, a pesar de la fuerza de las cifras, esta clase de análisis en donde las fronteras entre el Norte y el Sur aparecen trazadas con un brochazo negro como el toro de Osborne. Es ese toro negro troquelado que salpica con su silueta semental las carreteras de la Guía Michelín lo que, en el fondo, revalida el estudio de La Caixa. El toro tiene siempre la razón, parece que nos dicen. El toro nunca cambia. Hay que cambiarlo todo, como en El gatopardo, para que el toro siga en donde está, en esa carretera nacional, en ese alcor, para que Bigas Luna pueda seguir rodando en los Monegros dramas surrealistas llenos de aceite, tetas y jamones ibéricos.

El mapa de la riqueza sigue igual. Navarra, País Vasco y Madrid son las comunidades más ricas y más cultas, más sanas y más listas. Habrá quien diga -y creo que algún sociólogo arriscado de alguna universidad norteamericana lo ha hecho ya por escrito- que es todo una cuestión de genética, que esto de la riqueza y la pobreza es pura biología: se nace pobre igual que se nace moreno, bizco o con un antojo en la mejilla izquierda. Si tienes la desgracia de nacer en Castilla-La Mancha, Andalucía, Galicia o Extremadura es posible que seas más bajito, más pobre e ignorante que si naces, por ejemplo, en la Atenas del Norte bilbaína.

Qué quieren que les diga. Las cifras son las cifras, pero tengo para mí que hay parámetros, cosas, sentimientos, asuntos que no pueden calibrarse con el calibre frío de las estadísticas ni desde los despachos de una entidad bancaria. Conozco ricas ciudades del Norte en donde dedicarse a escribir o a pintar (se lo contaba el sábado pasado en este mismo espacio) es ser un individuo sospechoso. Y conozco ciudades del Sur en donde a los poetas los reciben con banda de música. Yo he visto a José Hierro y a Antonio Gamoneda, a Robbe Grillet o a Jünger dirigirse a un desierto en mi ciudad del Norte. Quizás es que ese día había partido. O quizás que tocaban los Stones en el campo de fútbol, vaya usted a saber.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_