"Soy un romántico y en una época escribí cuentos de fútbol"
Escribió cuentos de fútbol mucho tiempo antes que Jorge Valdano. Y leyó a Dante Panzeri antes de que el periodista argentino se convirtiera en una referencia para varias generaciones de entrenadores españoles que quisieron acercar su deporte a la literatura. "No hay que parar de estudiar nunca", dice Paquito, ovetense, de 66 años, que se sacó el título a la vez que Luis Aragonés, con el que comparte la condición de preparador más veteranos de Primera. Sin embargo, su carrera ha sido más discreta. Pasó por el Valladolid, el Valencia, el Cádiz y el Oviedo, entre otros, antes de que el Villarreal lo acogiera como hombre de la casa en los últimos siete cursos. Allí parecía recluirse hasta que la renuncia de Benito Floro lo lanzó al gran momento histórico del club: la clasificación para los cuartos de final de la Copa de la UEFA a costa del Roma. Su aspecto es saludable, aunque "las goteras van por dentro", advierte. Y hoy se enfrenta al Barcelona de Ronaldinho, cuyo famoso regate, la elástica, es parecido a otro que él popularizó: el melocotón, un latigazo para desplazar el balón hacia el exterior y después irse rápidamente por el interior. No en vano Paquito fue centrocampista del Oviedo y el Valencia; estuvo en la selección española campeona de Europa en 1964, aunque no jugó la final, contra Rusia; fue capitán del Valencia, campeón de la Liga en 1971, y ganó con él la Copa de Ferias en 1963.
"Tengo una película de los regates de Stanley Mathews. Es para repasarla todos los días"
"Me gusta todo: el 'miura' y el novillo. Igual te pega un revolcón uno que otro"
Pregunta. ¿Le cuesta estar al día?
Respuesta. No, pero tengo miedo siempre porque tuve muchos problemas con un periodista de Santander que, al cabo del tiempo, me pidió perdón. Si no estás al día, te pasan por encima. Lo único que me cuesta mucho trabajo es lo de Internet y los móviles, un bicho de éstos, que son muy esclavos.
P. ¿Le distancia su edad de los jugadores?
R. Veo a chiquillos haciendo un rondo y me meto en medio aun vestido de calle. Y me vuelvo como ellos: fintas, engaños...
P. ¿Ha cambiado mucho el fútbol desde que usted empezó?
R. Al final, el regate de Ronaldinho o el tiro de Anderson resuelven todos los problemas.
P. ¿Cómo ve al Barça?
R. La papeleta que tenía el actual presidente [Joan Laporta] era gorda y la está dominando. El que me sigue gustando muchísimo es Saviola. Tan pequeñito y que se pueda batir con tíos de dos metros... Es la monda. Tiene que ser uno muy bueno. Xavi también es fenomenal.
P. Su equipo ha eliminado al Roma en la Copa de UEFA. ¿Es lo más fuerte que ha vivido desde el banquillo?
R. Tal vez, sí. Hubo un momento en que te hacía daño el ruido de la gente cantando. Era como si estuvieras en una discoteca. Nunca había oído tanto griterío.
P. ¿Y emocionalmente?
R. Eso fue muy bonito. Yo vivo esos momentos en el campo como futbolista, no como entrenador.
P. Si ve una pelota rodando, ¿qué hace?
R. Me voy a por ella. Si la tiran fuera, me da mucha rabia. En su día, vi meter un gol de tacón a Di Stéfano y me dije: '¿Por qué no puedo meterlo yo?' Coincidía con él en la selección y le observaba hasta en el calentamiento que hacía en el vestuario. Se me caía la baba. Y jugando la Copa, que ganamos ante el Athletic [1967], el 2-0 fue un chut de Guillot y yo, desde el semicírculo del área pequeña, le marqué a Iríbar de taconazo. La técnica se puede aprender.
P. ¿Y su regate del melocotón?
R. Lo aprendí del uruguayo Salaverri, del Barça, que después estuvo en el Oviedo. Me lo enseñó en el bar de mis padres con un corcho de sidra: él lo hacía de espaldas y yo aprendí a hacerlo de frente. Hasta que un día lo hice en el campo y me asusté por su efecto maravilloso. Muchos, como Luis Aragonés, me lo recuerdan.
P. ¿El fútbol base o la élite?
R. Me gusta todo: el miura y el novillo. Igual te pega un revolcón uno que otro. Quien dice que no tiene que demostrar nada se equivoca. Hay que hacerlo constantemente. Si me sale mal, recurro a frases de cuentos que leo. Por ejemplo: mala suerte, buena suerte, quién sabe
[y relata una fábula por la que las cosas se disfrazan de buena o de mala suerte].
P. ¿Cómo resume su filosofía?
R. Como el monumento de Di Stéfano al balón: 'Gracias, vieja'.
P. ¿Qué es lo que peor lleva como entrenador?
R. Hacer las listas, dejarse gente fuera.
P. ¿Da libertad a sus jugadores?
R. Sí. A Baraja, por ejemplo, no lo veo tácticamente. Lo veo física y técnicamente todo el partido, y es muy bueno. Cuanto más estudies, mejor entrenador vas a ser, pero el juego es de los futbolistas. Me acuerdo del principio de un libro de Dante Panzeri: 'Este libro no sirve para jugar al fútbol. Sirve para saber que para jugar al fútbol sólo sirven los jugadores y a veces ni ellos ni las circunstancias le ayudan'. Ahora que vamos a ir a Glasgow, había un pequeñito en el Celtic, Johnstone... ¡Cómo regateaba! Disfruto con Giggs, del Manchester, o Vicente... ¡Cómo manejan la pelota!
P. ¿Quiere seguir?
R. Soy un primer espada. Me sigue gustando muchísimo.
P. ¿Le gusta escribir?
R. Hubo una época en la que escribía cuentos que salían en una revista de Valencia. Eran sobre el fútbol con matices espirituales. Pero lo que llevas en la cabeza es muy difícil llevarlo al papel.
P. ¿Es católico practicante?
R. Más ATS que practicante. Querría ser bueno, pero es muy difícil. Sí, voy a misa todos los domingos. Por la educación recibida pensaba que personas contrarias a mis creencias tenían rabo y cuernos, pero después resulta que no.
P. ¿El mejor futbolista?
R. Di Stéfano, Suárez, Claramunt... Pero el mejor es el que encuentras todos los días.
P. ¿De qué manera le influyen los gustos de su presidente, Fernando Roig, en las alineaciones?
R. No, no..., qué va. Es un hombre al margen. Te pregunta: 'Oye, ¿ya tienes el equipo?'. Nada más.
P. ¿La marcha de Floro?
R. No quería que se fuera. Él se cansó y es algo muy personal. Sigo admirando a alguien que salió de la nada e hizo un carrerón. A él le valió mucho haber sido maestro. Sus charlas al principio de los entrenamientos me encantaban.
P. Su plantilla es muy corta y ha llegado muy tocada a este tramo final. ¿Mala planificación?
R. No; al revés. Se hizo pensando en la cantera. El tener sólo 18 de plantilla supone que algunos chavales viajen siempre y tengan su oportunidad. Es un riesgo grande, pero vale la pena si el jugador lleva esa valentía de querer marcar el gol de Di Stéfano.
P. ¿Es nostálgico?
R. No; romántico, sí, por lo de los cuentos de fútbol. Me gusta más quedarme en casa viendo vídeos de fútbol que salir por ahí. En Roma, preocupado por el partido, no salí. La conozco porque me compré dos libros y postales.
P. ¿Qué clase de fútbol ve?
R. De todo. Hasta hace poco estuve buscado las leyendas que sacó Canal +. Tengo una película de los regates de Stanley Mathews y es para repasarlos todos los días.
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