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Análisis:'FACTOR MIEDO' | ANTENA 3
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Jugar con miedo

Tensión, adrenalina y miedo. Éstos son los elementos estrella de Factor miedo, el nuevo programa de riesgo de Antena 3 (domingos por la noche). Su presentador es Alonso Caparrós, un macizo y melenudo director de orquesta que, para no desentonar con la informalidad aventurera del concurso, luce camisetas negras y otras ropas deportivas. Arneses, alturas, vértigo, cualquier elemento es bueno para sumergirse en una competitividad basada en descubrir quién es el más atrevido de los candidatos (tres hombres y tres mujeres, 18.000 euros en juego). Por atrevido también podría entenderse imprudente o masoquista. Caparrós viaja a lugares como una dársena del puerto de Buenos Aires en un alarde de producción y temeridad. Su voz en off nos ilustra sobre vértigos y otras sensatas reacciones e intenta añadir suspense a la cosa con la ayuda de una música idónea para crear ambiente. Megáfono en mano, Caparrós grita: "Marco Antonio, ¿estás listo?". Y allí está Marco Antonio, filmando con la cámara que lleva en el casco su disuasorio punto de vista.

Mientras tanto, los demás concursantes le miran igual que nosotros: deseando que no le pase nada pero, al mismo tiempo, preguntándonos si ese deseo no será, en el fondo, una forma de invocar accidentes y fracturas. "Cuando yo miraba hacia abajo ya no sentía ni miedo", confiesa Marco Antonio. Éste es el estadio inmediatamente posterior al pánico, una ausencia total de sensatez. La competición prosigue, pero la tensión no se contagia al ritmo del programa, excesivamente plano y reiterativo. Marilen, de profesión binguera, dialoga con Caparrós y, en el momento de enfundarse la armadura de seguridad, admite haberse puesto sujetador porque antes no llevaba. "Estoy supercontenta", afirma al terminar la prueba.

También hubo la típica edición con famosos televisivos. Les sometieron a pruebas como remover unas vísceras en busca de un mosquetón, subirse por una escalera de cuerda a un helicóptero en marcha, sumergirse en un tanque de agua lleno de serpientes o lanzar dardos con una tarántula en la boca. No parecían demasiado acobardados, quizá porque los profesionales de la televisión ya saben que nada es tan peligroso y arriesgado como la profesión en sí misma. Una profesión en la que en lugar de viscosas serpientes tienen que sortear directivos estresados y donde las vísceras y las trampas se materializan en forma de oscuros y venenosos índices de audiencia. En cuanto a las tarántulas, están por todas partes.

[Factor miedo contó el pasado domingo con una media de 2.772.000 espectadores y una cuota de pantalla del 19%].

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