YAROSLAV ZOJNIUK / Veterano de conflictos que marcaron el fin de la URSS
Yaroslav Zojniuk, de 48 años, que trabajaba en un taller de reparación de electrodomésticos de Torrejón de la Calzada, respondía así a su esposa, Valentina, cuando ésta le rogaba que regresara pronto a su hogar, un piso en la periferia de Lviv, capital de Ucrania occidental: "Cuando reúna algún dinero".
El 22 de marzo, los restos de Yaroslav fueron sepultados en Rokiti, su pueblo natal. Desde España, acompañó el féretro Nikolái Deduj, su amigo de hacía más de 20 años, cuando ambos servían en las tropas del Ministerio del Interior de la URSS. Fue Nikolái quien le convenció para que le siguiera en la aventura de la emigración, y quien identificó su cadáver.
Yaroslav tenía una extensa hoja de servicios. Le enviaron a custodiar la central nuclear de Chernóbil tras el accidente de 1986, y, después, a poner orden al Alto Karabaj (territorio de Azerbaiyán conquistado por Armenia) y a Najicheván (enclave azerbaiyano fronterizo con Irán). En los noventa, ya como policía ucranio, estuvo en la fuerza de interposición entre los secesionistas del Transdniéster y el Ejército de Moldavia.
La historia laboral del sargento Zojniuk culminó, sin embargo, con una pensión de 300 grivnias (48 euros), insuficiente para sobrevivir, teniendo que pagar 160 de calefacción y electricidad.
Yaroslav era un manitas. Podía arreglar una grabadora, un coche o un televisor. Azuqueca de Henares fue su destino. Durante un año vivió allí con Nikolái y la familia de éste. A diferencia de su amigo, no pudo legalizar su situación y no hablaba español. Trampeó con chapuzas hasta su último empleo. Para llegar a Torrejón de la Calzada hacía trasbordo en Atocha.
La mañana del 11-M llamó a Valentina: "Ve pensando en lo que te quieres comprar". Entre sus efectos personales había unos papeles carbonizados. ¿La transferencia que nunca llegó?-
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