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MATANZA EN MADRID | Las víctimas

EUGENIO MORENO SANTIAGO / Una casa para la jubilación

Eugenio Moreno, empleado de banca de 56 años, era muy consecuente con lo que le gustaba y lo que no. Si iba al teatro y la obra no le convencía, se echaba una cabezada. Si se metía en el cine y la película le aburría, no tenía ningún problema en echarse otra cabezada. Muy difícil, casi imposible, era desengancharle de un libro sobre la guerra civil española, su lectura favorita. "A primera vista, parecía serio, pero después, cuando le conocías mejor, te dabas cuenta de lo divertido que era; un hombre de hacer muchas bromas", explica Eduardo, de 26 años, el menor de sus dos hijos.

Le quedaban probablemente sólo tres meses para prejubilarse y dejar su puesto en el BBVA. Eugenio había empezado a sustituir la lidia diaria con los problemas que surgen en el trabajo por otro tipo de batalla: supervisar las obras de una casa que él y su esposa, María Luisa Carracedo, se estaban construyendo en Cadalso de los Vidrios, localidad de unos 2.500 habitantes situada a unos 70 kilómetros al oeste de la capital. Allí nació Eugenio, que ahora vivía en el barrio de Santa Eugenia con su mujer y sus dos hijos Eduardo, y María, de 27 años. Planeaba pasar mucho tiempo en su pueblo natal, tras la jubilación.

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Amante de la lectura ("siempre tenía un par de libros en la mesita de noche", dice su hijo), del baloncesto ("le gustaba el deporte como espectáculo", añade) y de estar en su casa ("era muy hogareño, muy familiar"). Pasaba muchos fines de semana en Cadalso. El verano y San Isidro, en Valverde de Mérida, una población de 1.131 habitantes de la provincia de Badajoz, de donde es su mujer. "Allí lo conocían todos", afirma Eduardo, quien añade: "Mi padre era de los que disfrutan con las pequeñas cosas de la vida, y ahora, con la jubilación a la vuelta de la esquina, le hubieran sabido incluso mejor".-

Eugenio Moreno Santiago
Eugenio Moreno Santiago
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