Rajoy abre la sustitución de Zaplana en la presidencia regional del PP
El Consell busca la unidad de acción para reorganizar su estrategia en función del 14-M
El secretario general del PP, Mariano Rajoy, despejó ayer la sombra de duda que alimentaba la bicefalia del PP valenciano. En la comisión ejecutiva celebrada ayer en Madrid señaló que en la nueva etapa del PP no se producirá más redundancia de cargos que la del caso de Javier Arenas, quien a su cargo de vicesecretario general sumará la presidencia del PP de Andalucía. Preguntado por Eduardo Zaplana, presidente del PP valenciano que acaba de ser nombrado portavoz del Grupo Parlamentario en el Congreso, Rajoy fue tajante: "No he citado más excepciones que las que hemos citado".
El ministro de Trabajo en funciones quiere volcarse en su nueva tarea de portavoz
El Partido Popular ha decidido preparar un "relevo ordenado" de Eduardo Zaplana como presidente del partido en la Comunidad Valenciana. "No quiero a nadie en más de un puesto", afirmó Rajoy, quien en referencia a Zaplana, futuro portavoz popular en la Cortes que todavía ocupa la presidencia del partido en la Comunidad Valenciana, señaló que no habría más excepciones: "Yo ya conozco qué es lo que quiere hacer el señor Zaplana".
En consecuencia, obligado además por los estatutos del PP, en los que la presidencia regional resulta incompatible con ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados, el ministro de Trabajo en funciones no podría repetir en este cargo orgánico, que tradicionalmente, tanto en el PP como antes en el PSPV, ha correspondido al presidente de la Generalitat.
Fuentes cercanas al nuevo portavoz del PP en el Congreso mantienen que Zaplana ya tenía decidido -incluso cuando creía que su partido ganaría las elecciones del 14-M- ir preparando una "sucesión ordenada" en el PP valenciano equivalente a la que se produjo en la candidatura a la presidencia de la Generalitat, que después ganó Francisco Camps por mayoría absoluta. Pero añaden que la "tranquila situación" que supone gobernar en esa comunidad autónoma con mayoría absoluta y haber perdido allí pocos votos en las elecciones generales del 14-M "desaconsejan tomar decisiones precipitadas".
Zaplana dejará la presidencia del PP valenciano pero, probablemente, esperará al congreso regional del partido que se celebrará tras el congreso extraordinario que convocará el partido a nivel nacional tras las elecciones europeas. Podría ser antes, en una Junta Directiva Regional, pero para eso tendría que asegurarse de que "la transición se hace sin tensiones".
El entorno de Zaplana mantiene que éste le ha dicho a Rajoy que quiere "volcarse en su nueva tarea de portavoz parlamentario", que cree que su "futuro político está en la Carrera de San Jerónimo", y que, por tanto, convendría hacer el cambio de presidente regional en Valencia "en el tiempo más corto posible". Pero que esa transición, en todo caso, "debe hacerse con garantías de que todos llegan a un acuerdo razonable".
Esto significa que la previsible asunción de la presidencia del PP valenciano por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, no apartará totalmente a los más afines al ministro de Trabajo en funciones. Pero ahora Camps podría cerrar el último capítulo de la sucesión de un modo no sólo lógico sino ordenado.
La decisión de Rajoy no sorprendió ayer en el entorno de Camps, que valoró las designaciones de Ángel Acebes, futuro candidato a la secretaría general, y de José María Michavila, responsable del área de comunicación, como "la garantía de Camps". "La situación ha cambiado y el poder institucional debe estar revestido por el poder orgánico", aseguraron. El PP necesita recomponer su imagen en la Comunidad Valenciana con la máxima celeridad. Al partido le urge cerrar el "conflicto virtual" que mantiene el sector nostálgico de Zaplana para tener una unidad de acción que le permita centrarse y reordenar la estrategia en función de la nueva realidad producida el 14-M, que impone "cambiar de táctica y de equipo". Con la victoria del PSOE en las urnas, ya no sería suficiente con "hacer una buena gestión", ya que ahora el Consell tendría que confrontarse con el Gobierno de Madrid, si no como un contrapoder, sí exigiendo las inversiones correspondientes a la Comunidad Valenciana. Estas fuentes aseguraron ayer que "la derrota se gestiona desde posiciones políticas y no defensivas".
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