Christel Boom, espía de la RDA
Fue una espía igual de capaz que su marido, pero infinitamene menos conocida: Christel Boom estuvo casada con Günter Guillaume, el infiltrado con el que la HVA -el servicio secreto exterior de la extinta República Democrática Alemana (RDA)- acabó tumbando, en 1974, al canciller socialdemócrata Willy Brandt.
Guillaume había sido oficial del Ejército de la RDA. Ambos fueron introducidos en Alemania Occidental en 1956, como refugiados políticos, con el encargo de infiltrarse en los organismos políticos de la RFA. El HVA les compró un estudio fotográfico en Francfort, y desde allí, durante años se esforzaron en cumplir su misión.
No fue fácil: tuvieron que comenzar desde muy abajo, en la política municipal y entre los militantes de a pie del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).
A Christel le fue mejor que a su marido. Ya a inicios de los años sesenta trabajaba como secretaria para un influyente parlamentario, con acceso a documentos confidenciales del SPD y también de la OTAN. Christel los fue transmitiendo a Berlín Este.
El jefe, sin embargo, siempre fue Günter, que se encargaba formalmente de la dirección y que finalmente alcanzó el éxito cuando en 1969 logró trasladarse a Bonn, donde un año después comenzaría a trabajar en la cancillería.
En 1972, Günter Guillaume se convirtió en uno de los tres asesores personales de Willy Brandt. Su esposa estaba a punto de ser destinada a la secretaría del Ministerio de Defensa cuando estalló el escándalo y ambos fueron detenidos y posteriormente sentenciados en el año 1975 a 13 años de prisión, Günter, y a ocho, Christel. En 1981, Alemania Occidental los intercambiaría por seis de sus propios agentes que habían sido destapados al otro lado del muro de Berlín.
De regreso en la RDA, Günter y Christel se divorciaron rápidamente: desde hacía ya mucho tiempo su matrimonio era sólo una tapadera. Christel Guillaume volvió a llamarse Christel Boom, regresó a Berlín y siguió trabajando para la Stasi. El pasado sábado falleció en un Berlín reunificado, a los 76 años de edad, a consecuencia de un fallo cardiaco.-
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