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Reportaje:

Colosio, otro magnicidio sin solución

La fiscalía mexicana no encuentra pruebas para reabrir el caso del asesinato del candidato del PRI hace 10 años

Juan Jesús Aznárez

Federico Arreola, director general del diario Milenio, acompañó hace diez años la campaña de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), y dice que su amigo sabía a lo que se exponía porque en su actividad abundan los asesinos y los canallas. El 23 de marzo de 1994, Mario Aburto asesinó a Colosio y México perdió un político comprometido con la democratización del régimen priísta. La fiscalía no encuentra pruebas suficientes para reabrir uno de los magnicidios más impactantes de la historia nacional, pero la mayoría de los mexicanos cree que fue una conspiración urdida desde "el poder".

"Si me preguntan si yo ubicaría a Ernesto Zedillo [coordinador de la campaña de Colosio, su sustituto en la candidatura y presidente de México en el sexenio 1994-2000] entre los posibles sospechosos de haber asesinado a Colosio, respondería que sí", escribe Arreola en su libro Así fue. La historia de la bala que truncó el futuro de México. "Como respondería afirmativamente si me preguntan lo mismo acerca de Carlos Salinas [ex presidente entre 1988 y 1994], José Córdoba [principal asesor de Salinas] o Manuel Camacho [que disputó a Colosio la nominación presidencial del PRI]". Otros analistas sostienen que a ninguno de los cuatro le interesaba la muerte de Colosio.

Cuatro fiscales investigaron el misterioso crimen del barrio de Lomas Taurinas, en Tijuana (Baja California), y nada esclarecieron. El último reconstruyó el entorno político en cuatro tomos, que resume y ordena el escritor Héctor Aguilar Camín en el libro La tragedia de Colosio. "A mí, como al 80% de los mexicanos, me resulta increíble la idea del asesino solitario [Aburto cumple una condena de 50 años]. La idea de una conspiración es más lógica. Pero nadie ha podido establecer una línea sólida sobre las hipótesis de la conspiración: que fue Salinas, que fue Zedillo, que fue Camacho, que fueron los narcos, que fue la Iglesia".

La Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía General) analizó los dos últimos libros, revisó expedientes y comunicó al Senado que no encontró evidencias para resucitar el caso.

La viuda, Diana Laura Riojas, fallecida ese mismo año, acabó aborreciendo a Camacho y a Salinas, y confesó a Arreola que "el Gobierno había matado a su marido". Pero los autores intelectuales, si los hubo, fueron tremendamente listos porque las pesquisas oficiales sólo aportan dudas. El asesinato del candidato designado por el dedazo de Salinas, quien después pareció arrepentirse pues se le escapaba de las manos, ocurrió tras la sublevación de Chiapas del 1 de enero de 1994.

Diez días después, Camacho, número dos del PRI, convencido meses atrás de que sería el elegido, pidió ser comisionado para la paz en Chiapas. La visibilidad del astuto competidor, que renunció a la nominación alterna el 22 de marzo, víspera del asesinato, preocupó a Colosio. "No se hagan bolas [no se calienten la cabeza], el candidato es Colosio", dijo el presidente. Pero México aún se hace bolas.

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Federico Arreola no alberga dudas. "La traición segó la vida de un político honesto que buscaba representar los intereses de la sociedad, no los del poder, y que se convirtió en un riesgo para los grupos políticos y económicos" en el México gobernado por Salinas y después por Zedillo.

Ningún Gobierno, añade, ni tampoco el de Vicente Fox, investido en 2000, ha investigado con seriedad. Poco después del estallido de Chiapas, el líder del Partido del Trabajo, Alberto Anaya, pidió a Arreola que comunicara a Colosio esta advertencia: "Sé de lo que hablo. Dile que se cuide. Los zapatistas están financiados por los dinosaurios del PRI y por el narcotráfico. Los dinosaurios son de cuidado y ya no quieren dejarse", dijo Anaya. "De la Madrid [Miguel, ex presidente entre 1982-88] los ignoró, Salinas los marginó, y a Colosio le están viendo cara de enterrador. Colosio está en riesgo, díselo y que lo tome en serio". El periodista se lo dijo al fiscal Pablo Chapa, que no lo incluyó en el sumario. "No tiene caso, Federico". No tiene caso porque, según el autor del libro Así fue..., las sucesivas averiguaciones fueron pura basura.

Colosio yace ensangrentado tras ser tiroteado durante un mitin en Tijuana en marzo de 1994.
Colosio yace ensangrentado tras ser tiroteado durante un mitin en Tijuana en marzo de 1994.

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