_
_
_
_
Reportaje:MATANZA EN MADRID | La actuación de los servicios secretos

La ceguera de los servicios de información ante el 11-M

El CNI creyó que el objetivo de Al Qaeda era atentar contra las tropas españolas desplegadas en Irak o en la base de Rota

Miguel González

"No es la primera vez que el fundamentalismo islámico atenta contra intereses españoles, pero ¿cuál ha sido la reacción del señor Zapatero? Nos ha propuesto que retrocedamos y dejemos que los agresores marquen las líneas de la política exterior española". José María Aznar fue interrumpido por los aplausos de los 7.000 asistentes al mitin del PP en el Palacio Municipal de Son Moix, en Palma de Mallorca. Faltaban seis días para las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo de 2003 y el secretario general del PSOE había relacionado los atentados de Casablanca (Marruecos), en los que murieron 45 personas, incluidos tres españoles, con el apoyo del Gobierno a la invasión de Irak. "Hay algo peor que no llegar a ser listo y es pasarse de listo. La política internacional y la lucha contra el terrorismo no necesitan a nadie que se quiera pasar de listo", concluyó Aznar.

Las agencias de EE UU no alertaron de que podía producirse una matanza en Madrid
El servicio secreto creó en febrero un departamento contra el terrorismo islámico
Más información
Descoordinación policial

Las bombas de Casablanca, atribuidas al llamado Grupo Marroquí Islamista Combatiente, con el que aparecen relacionados varios de los detenidos por el 11-M, podía haber servido como señal de alarma. Sin embargo, el Gobierno dio una versión tranquilizadora a la opinión pública.

La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, restó importancia a que uno de los objetivos de los terroristas fuera la Casa de España en la capital económica de Marruecos. "Más allá de su nombre", aseguró, "se trata de un restaurante, una empresa privada". El secretario de Estado Ramón Gil-Casares, ex asesor de política internacional de Aznar, insistió en que a los fundamentalistas no les preocupaba la identificación del local con uno de los tres países de la Cumbre de Las Azores, sino el hecho de que en su interior se consumiera alcohol y se practicara el juego. "Dentro había mucha gente, ya que se estaba celebrando un cena o una partida de bingo", explicó.

Lo más grave del documento del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de las 15.51 del 11 de marzo, desclasificado por el Gobierno para intentar probar que no mintió sobre la autoría de los atentados, no es que diera por "casi seguro" que habían sido obra de ETA y despachara en dos párrafos la posible implicación de organizaciones ligadas a la Yihad Islámica, "pese a existir ciertas similitudes en los procedimientos y el objetivo genérico atacado".

Lo relevante es que los desorientados analistas del CNI, como los del Cuerpo Nacional de Policía o la Guardia Civil, fueron incapaces de reconocer la marca de Al Qaeda porque no la esperaban en pleno centro de Madrid.

El 18 de octubre pasado, la televisión quatarí Al Yazira emitió un grabación de Osama Bin Laden en la que el líder de Al Qaeda amenazaba expresamente a España por su apoyo a la invasión de Irak. "Nos reservamos el derecho a responder, en el momento y lugar oportunos, contra todos los países que participan en esta guerra injusta, en particular Gran Bretaña, España, Australia, Polonia, Japón e Italia".

En el informe elevado el 22 de diciembre al Consejo de Ministros de la UE, la agencia policial Europol advertía de que "el apoyo a la intervención militar en Irak por EE UU y sus aliados constituye sin ninguna duda un riesgo adicional para España".

El propio José María Aznar insinuó, en más de una ocasión, que la cooperación en la lucha contra el terrorismo sería uno de los principales beneficios de su alineamiento incondicional con la Administración Bush. Los expertos siempre cuestionaron que, a pesar de su potencia tecnológica, Washington pudiera hacer una aportación significativa a la derrota de ETA. "Los satélites estadounidenses están volcados en la persecución de Al Qaeda y no van a reorientarlos hacia un pequeño grupo terrorista vasco que no amenaza sus intereses", argumentaban. Por la misma razón, y por la presencia de tropas de Estados Unidos en España, se daba por descontado que su paraguas cubría el territorio español frente al fundamentalismo islámico.

Todas las fuentes consultadas coinciden en que, en los días previos al 11-M, no llegó ningún aviso de las agencias de inteligencia estadounidenses. Seguramente, razonan ahora las mismas fuentes, porque los terroristas no recurrieron a medios electrónicos susceptibles de ser interceptados por la potente Agencia Nacional de Seguridad (NSA). Incluso los teléfonos móviles los utilizaron como temporizadores de los artefactos, en vez de emplearlos como medio de comunicación.

Hasta que pasaron las elecciones generales en España, la Administración Bush aparentó incluso creerse, contra todas las evidencias, la versión oficial de que la autoría de los atentados de Madrid correspondía a ETA.

En febrero pasado, el centro de inteligencia italiano SISMI advirtió al CNI de que un ex coronel de la Mujabarat, el servicio secreto de Sadam Husein, había salido de Irak con destino a Damasco (Siria). Según esta información, el ex coronel, que llevaría encima una importante cantidad de dinero en metálico, tenía previsto desplazarse a Marruecos para reclutar activistas y cometer atentados en España.

Por las mismas fechas, el CNI tuvo acceso a un documento, divulgado tras el 11-M por un instituto noruego de investigación, en el que señalaba a España como el eslabón más débil de la coalición ocupante de Irak. El texto, atribuido a un ideólogo de Al Qaeda, dedicaba a la situación española seis de sus 42 páginas y aconsejaba que, para tener "la máxima efectividad", el ataque se realizara antes de las elecciones generales. "España no soportaría más de dos o tres atentados sin verse obligada a retirar sus tropas de Irak", razonaba.

Los avisos se tomaron en serio pero, a la vista de lo sucedido, no lo suficiente. Se interpretó que los ataques de los que advertía el documento tendrían como objetivo el contingente de 1.300 soldados españoles desplegado en las ciudades iraquíes de Diwaniya y Nayaf, mientras que se atribuyó al coronel de la Mujabarat la intención de atentar contra instalaciones militares en España; en particular la base de Rota (Cádiz), que alberga a 3.000 militares estadounidenses. Las últimas noticias, además, situaban a dicho coronel en Bagdad, a miles de kilómetros de España.

Pese a ello, el CNI acometió una nueva reorganización en febrero pasado y elevó la unidad especializada en la lucha contra el terrorismo islámico al rango de departamento. En teoría, el mismo nivel de la unidad de inteligencia dedicada a combatir a ETA, aunque obviamente con menos medios.

El proceso de reorganización, aún no completado, pudo contribuir al desconcierto del servicio secreto ante la masacre del 11-M. Pero no fue eso lo relevante, sino la incapacidad, compartida por los especialistas de la Policía y la Guardia Civil, para imaginar que Al Qaeda podía perpetrar una matanza de civiles en el corazón de España.

"Sabíamos que Al Qaeda utilizaba España como base logística y de retaguardia, para reuniones, tránsito o descanso de sus activistas, que obtenían aquí documentación falsa y dinero. Por ello mismo, y porque en teoría sus simpatizantes estaban bajo control, no creímos que nos convertirían en objetivo de sus atentados", admite un experto.

Pero lo hicieron. En una ciudad que, como Madrid, se encontraba en alerta máxima; vigilada por miles de agentes pendientes de un atentado de ETA en vísperas electorales. Con activistas que, en algunos casos, estaban fichados por la policía debido a sus antecedentes por delitos comunes o sus relaciones con integristas islámicos. Con apoyos en un barrio como Lavapiés, donde los servicios de información deberían contar con numerosos confidentes dada su conflictividad.

El Gobierno no los habría visto de tenerlos ante sus ojos. No los vio. Olió Titadyne (la dinamita habitual de ETA) donde había goma 2. Minimizó las pistas que apuntaban a Al Qaeda, mientras responsabilizaba a la banda terrorista vasca con presunciones.

A las 20.20 del 11 de marzo, tras el hallazgo de una cinta con versículos del Corán, el ministro del Interior, Ángel Acebes, anunció que había ordenado "no descartar ninguna línea de investigación". ¿Acaso hubiera podido ordenar lo contrario?

Uno de los vagones que explotaron en la calle de Téllez el 11 de marzo.
Uno de los vagones que explotaron en la calle de Téllez el 11 de marzo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_