Jóvenes intimidadores
Nuestra lucha por superar a nivel personal la propia miseria moral, la indigencia intelectual y las modas casposas no acaba nunca. Esos terribles síntomas se aprecian, en mayor o menor grado, en muchas personas de nuestro entorno y en nosotros mismos. Tal vez, estos días pasados, se ha puesto muy de manifiesto entre los jóvenes. Por un lado, con afán justiciero se hacen manifestaciones intimidatorias en jornadas de reflexión para imponer sus dogmas a las personas discrepantes. Incluso saltando por encima de los 200 cadáveres aún calientes de las víctimas de la infamia del 11 de marzo, con tal de sacar unos votos más para su dogmáticas ideologías en las elecciones del pasado 14 de marzo. Una vez usadas las víctimas del terrorismo para sacar votos, ya se les olvida. Los jóvenes así tal vez vencen, pero a mí no me convencen. Pero, ¡qué pronto olvidan estos jóvenes intimidadores!
En menos de una semana ya olvidaron. El 19 de marzo volvieron a sus botellones, a ensuciar las calles con basura y orines. Las familias y muchas personas, y otros jóvenes tardaremos en olvidarnos. Aún hay concentraciones de solidaridad con las víctimas y contra el terrorismo, y las seguirá habiendo, aunque no asistan esos jóvenes intimidadores de las movilizaciones del día de reflexión. ¿Qué han hecho las familias para que los jóvenes estemos con estas carencias éticas e intelectuales? ¿Somos capaces para superar esa miseria moral, esa indigencia intelectual y las modas casposas para ser más respetuosos con quienes discrepan? ¿Seremos capaces de discrepar sin insultar? ¿Seremos capaces de respetar a los contrincantes en lugar de intimidarlos?
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