La cantante noruega Rebekka Bakken inicia su primera gira española
Presenta su nuevo disco, 'The art of how to feel'
Queda claro que Rebekka Bakken es noruega, o de la zona: rubia, alta, ojos de un azul transparente... Pero toda su presunta frialdad nórdica se derrite cuando comienza a hablar con vehemencia casi latina sobre las cosas que le llegan al corazón. En su casa no había radio ni equipo de música; nadie le ha dado una lección de canto y pasó su adolescencia colaborando con grupos aficionados. En 1994 decidió dar el gran salto y viajó a Nueva York, donde empezó a escribir poemas. "Fue cuando empecé a sentirme realmente cómoda", recuerda la cantante, que ahora realiza su primera gira española presentando su nuevo disco, The art of how to feel.
Wolfgang Muthspiel, bien establecido como acompañante de músicos de importancia, tuvo fe en su talento y le invitó a intentar algo diferente juntos. Uno de los resultados más brillantes de la idea fue Beloved (Material / Galileo), disco en el que Bakken (Oslo, 1970) pudo sacar a la luz una colección de canciones de emoción contenida, expresadas con una voz tímbricamente rica, dúctil y madura. Este último concepto es uno de los pilares de su filosofía musical. "Creo que ante todo hay que ser honrado", afirma, "no depende de si tocas un instrumento o cantas; empezamos a madurar cuando nos conocemos a nosotros mismos. Hay mucha gente que está en la música porque quieren llegar a ser famosos de inmediato; se escuchan con los oídos y el cerebro pero no hacen caso al corazón. Cuando canto no me siento importante si lo hago bien, de la misma forma que tampoco me siento mal si ese día no me he gustado; eso me libera, porque no resulta ninguna tragedia hacerlo mal. Cuando te aceptas y te perdonas es cuando empiezas a vivir de verdad. Es estupendo poder cantar lo que me resulta del todo natural, aunque hay que estar abierto a todo lo que la vida pueda traerte".
Y la vida sigue regalándole cosas buenas a Rebekka Bakken. Después de su mencionado proyecto con Muthspiel, la noruega grabó con la pianista alemana Julia Hülsmann el disco Scatterig poems (ACT / Karonte), una colección de poemas de E. E. Cummings (completada por piezas de Sting y Randy Newman) que entró en el segundo lugar de la lista de ventas alemanas, sólo detrás de las intocable Norah Jones. No faltaron críticos que la compararon con una sirena cuyo canto atrapa sin remisión, una nueva sensación vocal que ya puede considerarse la cantante más emocionante de nuestro tiempo.
Bakken atribuye parte de ese temprano triunfo a su forma de aproximarse a las canciones. "Son ellas las que mandan", dice, "cada una tiene un matiz dramático que hay que calibrar. Suelen preguntarme por qué no canto estándares. Pero si Billie Holiday ya interpretó inmejorablemente títulos clásicos, ¿qué puedo hacer yo? Ese tipo de canciones no está en mis raíces". Aun con esta reserva, Bakken admite que le entusiasma el jazz. "Me gusta cantar con músicos de jazz porque precisamente me apasiona tener la máxima libertad. Al principio, el jazz sólo era una música afroamericana; luego han llegado las escuelas y han convertido Giant steps [tema de John Coltrane célebre por su intrincada y audaz estructura armónica] en un objeto de estudio y análisis. El jazz es a veces demasiado intelectual, aunque conocer sus claves te abre a un mundo de libertad".
Al margen de gustos, Bakken cita a Bob Dylan como su ideal artístico. "Eso demuestra que se puede tener una voz horrible y ser un gran cantante", aclara, "Lo importante, insisto, es la honradez. Tienes que conocer todas las habitaciones de tu cuerpo y de tu alma, incluso las que huelen mal, y aceptarlas. Cuantas más facetas conozcas sobre ti mucho mejor: nos da más colorido y nos hace mejores", concluye.
Mañana, martes, Rebekka Bakken actuará en el 23º Festival de Terrassa; en Mallorca lo hará el miércoles 24, y en Pontevedra, el sábado 27.
Babelia
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