INÉS NOVELLÓN MARTÍNEZ / Pasión por el baile
Inés acababa de cumplir 30 años el 5 de febrero. Hace siete sacó las oposiciones y empezó a ejercer de enfermera en el centro médico de la calle del Párroco Julio Morate, en Madrid. Desde hace tres años, cuando se compraron el piso, vivía con su novio, Víctor Rodríguez, en Alcalá de Henares. Pero ella había vivido allí desde siempre, junto a la estación, con sus padres, José y Puri, y sus tres hermanos, José Leandro, Elena e Iván. Inés era la segunda. El pequeño, Iván, recuerda el anterior fin de semana al 11-M, cuando Inés estuvo en la casa paterna por última vez. Desde entonces no había vuelto a hablar con ella porque no coincidían en los horarios. Fue su madre, Puri, la que habló con Inés por teléfono la noche anterior a los atentados.
Iba a trabajar cada tarde a la clínica, pero el jueves 11 de marzo había cambiado el turno, por lo que madrugó para coger el tren. Víctor la vio salir esa mañana, él también trabaja en Madrid, pero entra más tarde. Se despidieron en casa y ella se fue rumbo a la estación; él llegó a la vía 15 minutos después, tenía que coger la misma línea que Inés, pero para entonces ya todo estaba parado. Los hermanos de Inés y de Víctor también tenían que coger esa línea, pero no tan pronto como ella. "Mi hermano se libró por poco, y él también", dice señalando a Iván.
A Inés le encantaba bailar, su hermano asegura que "el baile era su pasión". Iba al gimnasio cinco o seis días a la semana y, de vez en cuando, ayudaba a dar clases como profesora en la escuela de baile Max Latino, en la calle de Diego de Torres, en Alcalá.
Beatriz, la novia del hermano pequeño de Inés, la recuerda emocionada: "Era cariñosa, se desvivía por todos". Inés era una joven "muy activa, siempre estaba yendo de un lado a otro, estaba llena de vitalidad y alegría", concluye Víctor.-
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