Ronaldinho se corona en el Camp Nou
El brasileño resuelve a última hora un partido que la Real Sociead le complicó especialmente al Barcelona
Vuela el Barcelona a lomos de Ronaldinho, que en el día de su 24º cumpleaños resolvió un partido muy complicado, justo cuando la hinchada azulgrana ya desfilaba del estadio y se maldecía por la mala suerte de su equipo, que parecía decidido a desaprovechar la oportunidad de disputar la Liga que le concedía de nuevo el Madrid. La Real Sociedad no pudo evitar a última hora que el brasileño marcara su gol número 11 y el Barça sumara su novena victoria consecutiva, para colocarse a seis puntos del líder
Acostumbrado a resolver los últimos partidos sin problemas, el Barcelona se encontró con un adversario que le complicó especialmente la vida. La Real renunció a Kovacevic, puso a Jauregi de pivote defensivo por delante de la defensa, pobló la línea de medios con cuatro centrocampistas más y se disparó a la contra con Nihat. A las primeras de cambio, el Barça se vio metido en una camisa de fuerza y, de alguna manera, extrañó el nuevo dibujo. Las lesiones de Van Bronchorst y Luis García han alterado sensiblemente el juego por las bandas del equipo. Ha perdido despliegue desde el lateral izquierdo, puesto ocupado ayer por Reiziger, a cambio de ganar profundidad con Overmars, al que le gusta más arrancarse desde su perfil de zurdo. La irrupción del holandés obliga a Ronaldinho a cambiar de banda y atacar desde la derecha, empujado por las llegadas de Gabri.
BARCELONA 1 - REAL SOCIEDAD 0
Barcelona: Víctor Valdés; Gabri, Puyol (Gerard, m. 76), Oleguer, Reiziger; Xavi, Cocu, Davids; Ronaldinho, Saviola (Quaresma, m. 67) y Overmars (Luis Enrique, m.79).
Real Sociedad: Alberto; López Rekarte, Schürrer, Kvarme, Potillon; Jauregui; Karpin, Xabi Alonso (Xabi Prieto, m. 76), Aranburu, Gabilondo; y Nihat (Kovacevic, m. 81).
Gol: 1-0. M. 89. Ronaldinho transforma de manera magistral un lanzamiento directo de falta.
Árbitro: Carmona Méndez. Mostró la tarjeta amarilla a Oleguer, López Rekarte, Gabri, Puyol, Schürrer y Quaresma.
Camp Nou: 62.792 espectadores. Asistió Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat. Al inicio del partido, se guardó un minuto de silencio por la matanza de Madrid.
A los azulgrana les costó combinar y tirar una línea de juego, sobre todo porque Xavi quedó emboscado, perdido entre la maleza realista, incapaz de recibir y también de conectar con el extremo. La única manera de alcanzar el marco de Alberto durante el primer tiempo fue por medio de los arranques individuales, protagonizados casi siempre por Ronaldinho, y en una ocasión por Puyol, que se plantó ante la portería contraria después de tomar la pelota en el círculo central. Desfondado, no pudo con el guardameta porque tuvo que rematar flojo y con la zurda. A Ronaldinho también le falló el gatillo después de haber eliminado hasta a cuatro rivales y rematar con la derecha muy cerca del palo izquierdo de Alberto.
La Real, que aguantaba a pie firme, protagonizó unas cuantas jugadas ofensivas muy interesantes, preferentemente por la banda de Karpin. Aranburu, por ejemplo, reclamó penalti por un agarrón de Gabri, y Valdés vivió siempre con el susto en el cuerpo. La superioridad numérica en la divisoria le permitió a la Real gobernar el partido. El orden posicional y la presión eran tan importantes como las faltas tácticas, que tuvieron sorprendentemente a Xabi Alonso como uno de los protagonistas más reiterativos. Ni el cambio de banda de Overmars allanó el camino atacante a los azulgrana, que atraparon el descanso con cara de preocupación.
El paisaje no cambió mucho en el primer tramo del segundo tiempo. Falto de ritmo, demasiado lento y estático, incapaz de generar espacios en campo ajeno, el Barça no encontraba el hilo del partido y aparecía de nuevo como un equipo desestructurado en ataque, puesto que defensivamente siempre se mantenía tan atento como agresivo. Pese al interés de Saviola y al intervencionismo siempre estelar de Ronaldinho, al grupo barcelonista le faltaba una punta de gas en la mayoría de sus acciones.
Justo cuando la Real parecía más dominada, apareció Nihat y clavó la pelota en el larguero en un libre directo, una jugada que retrató el momento del partido, que aparecía abierto y divertido. A partir de un buen despliegue, el Barcelona mandaba y Ronaldinho se gustaba en cada aparición, mientras la Real replicaba con velocidad y saña. Los azulgrana se fueron animando con el paso del encuentro, cada vez más intenso, y Rijkaard le añadió un punto de picante con la entrada en escena de Quaresma. La hinchada, sin embargo, pareció desaprobar mayoritariamente la decisión del técnico porque el sustituido fue Saviola, al que la afición adora pese a que ayer estuvo tan activo como impreciso. El Barça pasó a jugar con dos extremos, Quaresma y Overmars, y con Ronaldinho como falso delantero centro. El portugués es un futbolista desequilibrante a la hora de quebrar al rival, en el uno contra uno, pero siempre le pierde el último pase.
Los cambios le dieron un nuevo perfil al Barcelona, que de pronto se vio sin Puyol, lesionado y sustituido, y con Ronaldinho desaprovechado. No le va al brasileño la demarcación de delantero centro. Da igual. Ya desesperado, el brasileño buscó el uno contra uno en el balcón del área, forzó una falta y la transformó de una manera magistral, provocando el éxtasis de la afición barcelonista.
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