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Iñaki de la Fuente se adentra en el mundo de las ánimas

El pintor Iñaki de la Fuente (Bilbao, 1954) presenta en su ciudad natal sus últimos trabajos, óleos de medio y gran formato en los que ha trabajado durante los dos últimos años. Entre las estructuras geométricas y los colores vivos, toman protagonismo relevante las figuras humanas y hasta una suerte de almas en blanco brillante con forma de manchas o esqueletos. "Sí, es una referencia a la muerte, a trascender, pero también un canto a la vida. Los esqueletos se alejan de la vida que reflejo en los cuadros, están como marchándose del lienzo", explica De la Fuente. La muestra estará abierta en la galería Windsor Kulturgintza (Juan de Ajuriaguerra, 14) hasta el próximo 17 de abril.

En la trayectoria de De la Fuente, la figura humana se ha ido abriendo paso con lentitud. "Siempre estuvo ahí, detrás de mis cuadros, y es ahora cuando surge completamente. Ya en la exposición anterior que presenté en Windsor hace un par de años se vislumbraba esta tendencia. Aunque no soy capaz de adivinar hacia dónde me llevará ahora, intuyo que la figura irá ganando protagonismo", comenta el autor.

La obra de Iñaki de la Fuente remite, según sus propias palabras, a la pintura del Barroco, un periodo por el que dice sentirse fascinado. Entre los óleos que presenta, se encuentra uno que muestra un torso orante sobre el que se vierten desde el cielo rayos de una intensa luz amarilla. Esa luz se extiende al fondo del cuadro, donde predominan los tonos amarillos. "Se trata de un autorretrato", indica De la Fuente, "en el que he querido hacer referencia a la pintura barroca de imágenes de santos".

A pesar del composición geométrica de sus obras y de su restringida paleta de colores, son paisajes lo que presenta De la Fuente en MMIV, un título que simplemente hace referencia al año en el que expone ("no me gusta poner títulos", confiesa). En ellos se retrata la intensidad del azul del cielo, el ocre de la tierra o los verdes de la vegetación. Las figuras humanas, apenas definidas, se plasman en azules o grises.

El pintor bilbaíno se ha marcado estos dos años como un periodo "suficiente" para presentar una muestra que resulte representativa. Sin embargo, afirma que no suele dar por terminados los cuadros, a los que vuelve una y otra vez a realizar retoques. Por ello, cada exposición supone una continuación de la anterior. "Esta muestra remite a la precedente y surge de ella. Y la anterior de la anterior", comenta.

Su obra ha estado presente en la última edición de Arco, donde ha cosechado un gran éxito. "Vendí todos los cuadros", indica.

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