El poder adquisitivo de los funcionarios
Voy a Galapagar a conocer la minibuhardilla que han comprado mi hijo y su novia a cambio de 30 años de hipoteca y atascos matutinos. La entrada de mi hijo se ha llevado mis exiguos ahorros de funcionaria-docente -¿los gobernantes han pensado qué van a hacer con una generación de viejos sin ahorros y con hijos endeudados?-.
Nadie en la taquilla de Pitis. Meto el importe de un billete de ida y vuelta en la máquina que "no da cambio". Efectivamente, ni me devuelve dinero ni da billete. Meto un euro en la otra máquina que "sí da cambio", pero ya no admite más monedas, no me devuelve nada y, por supuesto, no me da el billete.
Busco, sin éxito, personal por la estación, pierdo el tren y aviso por teléfono de que llegaré tarde. El revisor del siguiente tren, por supuesto, me cobra el billete. La ida ya se me ha puesto en más de seis euros.
¿Que qué son seis euros para mí? Pues justo la mitad de mi maravillosa subida de sueldo. Si me llegan a multar se me va el 100%.
Y tengo suerte. Hay compañeros que ganan 50 euros menos que el año pasado. ¿Hasta cuándo la pérdida de poder de adquisición de los funcionarios?
