JOSÉ MARÍA CARRILLERO BAEZA / El conserje puntual
José María Carrillero tenía 39 años y trabajaba como conserje. "Era un hombre muy casero", dicen sus familiares. Todos los días hacía el mismo trayecto. Salía de Parla para ir a la estación de Atocha. Cambio de tren, y hacia Nuevos Ministerios. Después, 10 minutos andando hasta la casa donde trabajaba, junto al Bernabéu. Siempre acudía a su hora.
Su esposa y él llevaban tres años casados, pero habían sido novios durante 13. No tenían hijos, aunque a José María le encantaban los chavales. "Acababa de tener un sobrino hacía cuatro meses y estaba como loco. Él y su mujer planeaban tener críos, lo que pasa es que trabajaban los dos", comenta su cuñado Vicente. Con su otro sobrino, de 15 años, solía ir a pescar a un estanque de Parla. Devolvían vivos al agua los peces que pescaban.Al igual que su hermana, José María nació en Burdeos, donde habían emigrado sus padres. Siendo todavía muy pequeño, la familia vino a Madrid; ahí nació su otro hermano. Vivieron algunos años en la avenida de Oporto, hasta que el padre abrió un bar en Fuenlabrada. Ahora vivía en Parla.
José María se mostraba siempre dispuesto a echar una mano, bien para arreglar una aspiradora o para subir el cierre del salón de belleza de la esquina. Cristina, una de las vecinas del edificio donde trabajaba, le escribe una carta en la que destaca su "ejemplar forma de trabajar". Y añade: "Pero sobre todo tu calor y amor hacia todos nuestros hijos y nietos, que tanto querías y cuidabas: Ana y Blanca lloran sin consuelo, Marta pide que seas tú quien la sigas subiendo en ascensor, Carlitos recuerda tus desvelos cuando se ponía malo y Casilda nunca olvidará las horas que compartisteis haciendo sopas de letras".-
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