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MATANZA EN MADRID | Las víctimas

EVA BELÉN ABAD QUIJADA / La protegida de la familia

Eva tenía 30 años y trabajaba en una administración de lotería. Su familia la protegía mucho. Ella y su hermano pequeño viven con sus padres, en Coslada. El segundo, Alberto, tiene una habitación en casa de su tía. La cuarta hermana, la más seria, se casó y se fue de casa, a Mejorada del Campo, siempre en el sur madrileño, el de los obreros. También Eva se fue, para vivir con su pareja. Pero hace un año y medio tuvo problemas y no se lo pensó dos veces: volvió a casa y encontró otra vez la protección que había perdido. Lo pasó mal, pero ahora estaba empezando a ser feliz otra vez, dice su hermano. En el atentado también ha muerto un compañero suyo de la mili.

Alberto lleva un brazo en cabestrillo. Se lo rompió en el Ifema, de rabia, cuando le confirmaron que su hermana estaba entre los fallecidos. El dolor físico le libera del otro. Se enteró en el Ifema, pero ya lo sabía. Cuando escuchó en la radio lo del atentado, y oyó que las bombas estaban en las plataformas, estuvo seguro. Porque Eva siempre se colocaba por esa zona, para estar más cómoda. Pero Alberto estaba de guardia en la empresa donde trabaja de vigilante y no podía salir a comprobar lo que ya temía.

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Vidas rotas / 3

Aunque tenía contrato fijo en una administración de lotería, estudiaba para ejercer su verdadera pasión: quería ser maquilladora. Era la hermana mayor, pero nunca ha ejercido. La protección familiar a la que había decidido volver también le acompañaba el sábado. Más de 50 personas abarrotaban la pequeña salita del Tanatorio Sur que les habían dejado. Una enorme familia. Alberto se queda con la idea de que han arrancado el alma de toda esa gente. Pero lo que más le duele es tener que ocupar un puesto que nunca había querido: el de hermano mayor.-

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