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ELECCIONES 2004 | El perfil del ganador

Un líder pragmático

El secretario general del PSOE se propuso en su juventud emular a Felipe González y lo ha conseguido en el partido y en las urnas

En una coyuntura electoral ciertamente difícil, José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 4 de agosto de 1960) ha hecho honor a su fama de hombre afortunado -"tiene la baraka", que dice su padre- y a su reputación de caballo político ganador. El secretario general del PSOE va a instalar en la Presidencia del Gobierno de España un talante y un estilo radicalmente opuesto al de su antecesor.

Zapatero es un hombre conciliador, didáctico, nada temperamental, una de esas personas que evitan el enfrentamiento personal, pero que saben sacar partido de los movimientos de los contrarios, aprovechar las debilidades y virtudes propias y ajenas. Es un político de consenso, acostumbrando a manejarse y a manejar la diversidad y las diferencias. Si sus armas son la seducción y el convencimiento, su método es la reflexión y el estudio, la consulta y el contraste sistemático como paso previo indispensable a la toma de decisiones.

Le obsesionan la vertebración de España, el terrorismo y la inmigración
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Aunque su pensamiento político es ecléctico y pragmático, en consonancia, por lo demás, con las corrientes mayoritarias de la socialdemocracia europea, Zapatero tiene un sólido anclaje afectivo en el republicanismo español, en la izquierda clásica. Nieto del capitán del Ejército Juan Rodríguez Lozano, asesinado en 1936 por su lealtad a la República, se educó en la política, siendo adolescente, en las charlas familiares que dirigía su padre en los últimos años del franquismo.

El mitin que el PSOE dio en agosto de 1976 en Gijón, con los partidos aún sin legalizar, le convenció de que su familia política era el socialismo y su líder Felipe González, el político al que emuló sin tapujos hasta el punto de que su más fervientes partidarios en León proclaman ya entonces que el joven Zapatero estaba llamado a sustituir a Felipe González. Lo hizo al acceder a la secretaria general del PSOE y lo ha vuelto hacer ahora al llegar a la Presidencia del Gobierno de España.

Es un hombre de aparato que -excepción hecha del breve periodo en el que impartió clases de Derecho Constitucional en la Universidad de León- no ha hecho otra cosa en su vida que dedicarse a la política, su verdadera pasión. Empezó a militar a los 18 años, tras una adolescencia que transcurrió sin conflictos ni estridencias en el seno de una familia de clase media bajo la tutela ideológica de su padre, presidente del Colegio de Abogados de León. Gracias a su formación política, a su intuición y sus dotes oratorias, fue nombrado enseguida secretario general de las juventudes locales y miembro de la ejecutiva provincial. Inició, así, una trayectoria política vertiginosa, siempre jalonada de victorias en los congresos internos.

A los 26 años se convirtió en el diputado más joven de España, puesto que combinó con el cargo de secretario general del PSOE de León. Su capacidad para agrupar a su favor corrientes diversas, para convertirse en interlocutor eficaz con los medios de comunicación, su reputación de parlamentario brillante y su análisis sobre las razones que explicaban el declive electoral socialista le granjearon los apoyos de los "diputados de segunda fila" y de todos aquellos que dentro de su partido creyeron necesario dar un impulso renovador al PSOE y le auparon a la secretaria general del PSOE.

Como número uno del socialismo español, ha instaurado un estilo dialogante, nada sectario, paciente y conciliador, poco comprendido por algunos de los barones y la vieja guardia del PSOE que, como ocurre en ese partido, posponían el reconocimiento de su liderazgo hasta el día en que mostrara que era capaz de vencer a la derecha. Sumamente reservado en lo personal, algo hipocondriaco, devoto de su esposa, Sonsoles Espinosa y de sus hijas Laura y Alba, de 10 y 8 años, Zapatero compensa con sus dotes para la convicción y la persuasión, su estilo educado, afectuoso y elegante, una manifiesta incapacidad para verbalizar sus emociones.

Duerme a pierna suelta y nunca, nadie, le ha visto perder los nervios, abandonarse al exabrupto, dar un puñetazo en la mesa, insultar gravemente. Bajo la apariencia de tibieza y blandura, este hombre esconde una fortaleza emocional y una resistencia y ambición política poco común. Es una persona de ideas claras, pero no por eso deja de ser inescrutable y por lo tanto imprevisible, también para sus amigos más íntimos. Para sorpresa y malestar de muchos dirigentes de su partido, asumió el compromiso de no gobernar salvo en el caso de ser el candidato más votado.

Las tres cuestiones que más le obsesionan son la vertebración de España, el terrorismo y la inmigración. Su receta es liderar la diversidad para poder unir sobre las bases de una democracia respetuosa y comprensiva con los nacionalismos y regionalismos. Piensa que existe una solución para el conflicto vasco y cree ver, incluso, una salida a través, eso sí, de "un pasillo estrecho". Ha prometido sacar las tropas españolas de Irak si la ocupación no cuenta con el aval expreso de la ONU, reducir la presión fiscal y garantizar la independencia de los medios públicos de comunicación.

SCIAMMARELLA

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