Dos bandos incapaces de vencer
Los militares no logran derrotar al Ejército de Resistencia del Señor
El presidente de Uganda, Ioweri Museveni, solicitó en enero a la Corte Penal Internacional (CPI) una investigación sobre los crímenes del Ejército de Resistencia del Señor (LRA, en sus siglas en inglés). Pero el mismo Museveni impedirá que esas pesquisas incluyan a sus generales y a su Gobierno. Las personas que pugnan por una salida negociada de la guerra lo consideran un error. "A veces, con buena voluntad, Occidente trata de solucionar problemas africanos con mentalidad occidental, y eso no funciona. Si la Corte persiguiera al LRA sería un desastre", dice Betty Bigombe, ministra del Norte hasta 1994 y adalid del diálogo. "Si deciden investigar, que sea a ambas partes; sería más equilibrado", añade. De la misma opinión son los jefes tribales y los líderes religiosos reunidos en un grupo de paz. Dicen que criminalizar a la guerrilla cercenaría cualquier compromiso.
"Es un hombre que te mete en un tobogán emocional; lo hace para controlarte"
Luis Moreno Ocampo, fiscal de la CPI, ha comenzado a recabar las pruebas. Ha consultado con alguna de estas personalidades y éstas le han hecho saber de su error al presentarse junto a Museveni en una rueda de prensa en Londres para anunciar la apertura de diligencias. "Al fotografiarse junto al presidente ha tomado partido; ya no es imparcial ante la gente del norte", afirma una fuente religiosa. Otra de una ONG teme que la CPI busque cimentar su prestigio en el caso equivocado y eche más gasolina a un incendio que en 18 años ha costado 150.000 muertos y decenas de miles de heridos.
El arzobispo católico de Gulu, John Baphtist Odama, persona molesta para Museveni, sostiene que una paz arrancada a través de la victoria militar "es mucho más endeble que otra lograda en la negociación". Este hombre, de 54 años, una mezcla del salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980, y de Gandhi, preside el grupo interreligioso que reúne católicos, anglicanos y musulmanes, y que trata de impulsar la vía pacífica al conflicto. Odama ha pedido que la CPI investigue a ambos lados.
Bigombe, que ha regresado a Gulu en una nueva iniciativa tras el fracaso de 1994 provocado por los militares, sostiene que éstos se encuentran cansados de una lucha en la que parecen incapaces de vencer. La presencia de la ex ministra en Uganda, ahora funcionaria del Banco Mundial, y ciertas aproximaciones de Museveni a Odama, reclamando su ayuda, parecen indicar que el presidente ha comprendido que la vía militar no obtiene los réditos deseados. Este juego de doble lenguaje no es nuevo. La amnistía a los rebeldes que se entreguen, ampliada hasta abril, es la zanahoria; las acciones bélicas, el palo.
La Operación Puño de Hierro, lanzada en marzo de 2002 por el Gobierno de Uganda, no ha liquidado la sublevación ni suprimido sus bases sudanesas, que se mantienen con el apoyo de Jartum. Las esperanzas de Museveni se centran ahora en que un acuerdo de paz entre el norte musulmán y el sur cristiano de Sudán deje al LRA sin apoyos. "Sería negativo", dice Joseph Oywak, jefe del clan koyo de los acholis, "todos los elementos del LRA entrarían en Uganda, incluido su jefe [Joseph Kony], y la guerra se extendería". Bigombe tampoco es optimista. "El acuerdo de Sudán se firmará por el empeño de EE UU, pero dentro de dos o tres años colapsará".
Uganda gasta en Defensa más del 40% de su presupuesto nacional, financiado en un 55% por los llamados países donantes, entre los que no se halla España. Este esfuerzo bélico genera pingües beneficios en corrupción. Algunas ONG temen que el Gobierno aliente un conflicto étnico entre langos y acholis, provocando una guerra civil que disimule el conflicto con el LRA y obligue a Museveni a presentarse al tercer mandato. Varios analistas comparan la situación con la vivida en el Zimbabue de Robert Mugabe hace tres años.
Bigombe, que es el único mediador que ha conversado varias veces con Kony, líder del LRA, teme que éste utilice la eventual apertura del diálogo como táctica dilatoria. El obstáculo, según fuentes que se han reunido con los comandantes del LRA, es que todas las decisiones pasan por su líder máximo, un visionario de humor voluble, conversador habitual con los espíritus, de poder cuasi hipnótico sobre su gente y que evita todo compromiso. El misionero comboniano José Carlos Rodríguez Soto, el padre Carlos, habló por radio con Kony en 2003. "Es un hombre que te mete en un tobogán emocional; lo hace para controlarte". Joyce New, del Centro Carter por la Paz, se entrevistó en Sudán con Kony en 2001, sin lograr acuerdo alguno. New confesó haberse sentido aterrorizada, convencida de que iba a ordenar su fusilamiento.
Si las conversaciones directas con Kony han fracasado (ha rechazado una amnistía y asilo en un tercer país tras una mediación de Muammar el Gaddafi), el grupo interreligioso del obispo Odama, en el que participa el padre Carlos, ha sostenido desde 2002 una veintena de entrevistas en el bosque con comandantes de la guerrilla. "El problema", dice el misionero español, "es que los contactos son inconstantes; no hay modo de establecer un canal de diálogo permanente". En esas conversaciones, el grupo interreligioso de Acholi logró liberaciones de niños capturados, que se redujera el número de ataques y que varios de esos comandantes se mostraran partidarios de hallar una solución definitiva. "Algunos guerrilleros quieren verme cuando se escapan, me conocen de esas reuniones o han oído hablar de mí. Se fían y les ayudo a salir. Es uno de los beneficios del diálogo", dice.
El grupo del arzobispo Odama estuvo cerca de lograr el éxito en agosto 2002. Museveni les había dado tres semanas para arrancar resultados, en diez días sostuvieron cuatro encuentros y cuando se hallaban muy cerca de obtener algo, el presidente ugandés lo estropeó al dar un ultimátum de una semana al LRA para su rendición. Museveni se defendió atacando a Odama, al que tildó de "amigo de los criminales". El arzobispo respondió calmo: "Soy el obispo de todos, incluidos los criminales. Y usted es el presidente de todos, también de los guerrilleros".
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