Carta a la ciudadanía española

Hemos vivido hoy uno de los días más tristes de nuestra historia. Ante los hechos acaecidos, y sin la perspectiva de la magnitud del hecho, el ciudadano sencillo se ha comportado de manera sublime; ha dado muestras de su enorme generosidad, templanza, poniendo a disposición de los demás lo mejor de si mismo, no se han escatimado esfuerzos de ningún tipo, médicos y personal sanitario en general, forenses, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, policías, y una larga interminable de profesionales y de personas anónimas han dicho sin palabras pero con su ejemplo QUE YA ESTA BIEN DE TENER QUE SOPORTAR TANTO DOLOR. Hemos podido ver una ciudadanía ejemplar y corresponsable; algo que no tiene precedentes.

Desgraciadamente no podemos decir lo mismo de la clase política; las fórmulas están anquilosadas y manoseadas; se repiten una y otra vez cada vez que un acontecimiento de este calibre emerge. Para preservar la unidad democrática nos recomiendan que salgamos a la calle y alzamos nuestras voces con el grito de ¡Basta Ya!, guardamos un minuto de silencio con la esperanza de que será la última vez. Las palabras de fondo siempre son LIBERTAD, JUSTICIA, POR LA DEMOCRACIA; cuando esta situación se repite una y otra vez nos transfiguramos, nuestro umbral para soportar el dolor se eleva pero a la vez nuestra capacidad de respuesta se aminora porque nos sentimos impotentes, desprovistos y desprotegidos; pasados estos primeros momentos las escenas de horror se van desdibujando la fuerza de la vida irrumpe mientras no suceda otro CRUEL ATENTADO; las personas pasan a un segundo lugar.

La política en el sentido noble, aristotélico del término es actuar es pasar a la acción y esto significa no sólo regular, inspeccionar, investigar, para defender el estado de derecho, sino que por encima de todo hay que tener mas respeto a la individualidad, no se pueden instrumentalizar a las personas y mucho menos recordarnos que ante una situación como esta lo que tenemos que hacer es votar el 14-M para que quede patente nuestro nivel democrático. ¿Nosotros nos preguntamos qué le vamos a decir a esa niña de siete meses que no conocerá a su madre, o a aquella otra joven embarazada que se quedará con la ilusión de saber cómo será el niño o la niña que no nació, aquel estudiante que no podrá seguir aprendiendo porque le han mutilado o le han cercenado la libertad, aquel señor mayor que después de mucho esfuerzo y trabajo le han robado a su hijo que puntualmente iba a su trabajo de manera responsable?. Esta es la realidad del 11-M, la de las pequeñas cosas que al final son las importantes, no la de la unidad democrática, la libertad, la justicia y el estado de derecho.

Como ciudadana que no quiere renunciar al poder de la palabra pide sensibilidad, respeto a la individualidad y por parte de quien tiene competencia el ejercicio de la autoridad. Posiblemente actuar de esta manera supondría desequilibrar las previsiones realizadas para el 14-M pero no podemos perder el referente y ahora el daño es a las personas que sufren y que nunca van a superar el sufrimiento. Este es el día no de la democracia, la libertad, la justicia es el día del CIUDADANO ESPAÑOL.