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MATANZA EN MADRID | Caos en trenes y teléfonos

Los maquinistas, conmocionados

El maquinista R. M. escuchó un estallido en el tren que conducía al entrar ayer en la estación de Atocha poco después de las 7.30. Tras detener el convoy, una pasajera le preguntó si habían chocado contra algún obstáculo, pero la vía estaba despejada por delante. Cuando se apeó y vio los vagones posteriores se encontró rodeado por el horror. Está convencido de que el armario con los conmutadores que tenía a su espalda le ha librado de la onda expansiva y le ha salvado la vida. La cabina del conductor actuó a su vez como aislante acústico y sólo sufrió unos rasguños.

R. M. y sus compañeros que conducían los cuatro trenes objeto de las bombas terroristas resultaron con lesiones leves o ilesos. Otro maquinista ha corrido peor suerte. Jesús Fernando Muñoz, jefe de tren de AVE, viajaba como pasajero en la línea de cercanías que saltó por los aires en el Pozo del Tío Raimundo y sufrió graves heridas en los pulmones. Su situación es estable dentro de la gravedad tras ser intervenido quirúrgicamente en el Hospital Gregorio Marañón.

Pero el impacto de la tragedia que ayer vivieron ha quedado grabado en la memoria de muchos trabajadores de Renfe. La UGT ha puesto a disposición de quienes fueron testigos de la matanza la atención de psicólogos. Uno de esos testigos es Miguel Ángel Escolano, empleado de talleres de Renfe, que oyó la detonación mientras aparcaba su coche: "Cuando bajé al andén me encontré una masacre; heridos y muertos tirados en el suelo o dentro de los vagones". Fue uno de los primeros en llegar, junto al equipo de infraestructura, y no es consciente de cuántos heridos ayudó a evacuar, tan sólo recuerda que había muchos jóvenes, sobre todo mujeres, y una embarazada en estado muy grave.

También Renfe movilizó ayer a un equipo de psicólogos que durante toda la mañana atendieron en los hospitales a los heridos y a los familiares de las víctimas, y por la tarde se trasladaron al tanatorio improvisado en IFEMA.

Los etarras han elegido el objetivo más vulnerable. Trenes de cercanías utilizados por 900.000 trabajadores y estudiantes cada jornada laboral y sin los escáneres de equipajes y controles que tienen los AVE y otros servicios menos masivos.

El sindicato de maquinistas, SEMAF, ha pedido más medidas de seguridad, aunque uno de sus dirigentes, Santiago Pino, reconoce que "es complicado garantizar que alguien no sube a un tren con un artefacto". En la sección sindical de CC OO sus responsables admiten que es "muy difícil" disponer medidas de seguridad en los servicios de cercanías, que a las siete o las ocho de la mañana están a diario colapsados por decenas de miles de usuarios.

Honorio Vázquez, de UGT, asegura que ahora no quieren interferir en las tareas de atender a las víctimas y restablecer la normalidad. En su momento, sugerirán a los poderes públicos que dispongan "más vigilancia, más control y que en las estaciones estén patrullando permanentemente los servicios de seguridad".

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