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MATANZA EN MADRID | Víctimas

En busca de Florencio

Todos los teléfonos sonaban ayer sin tregua en casa de Florencio, albañil de 60 años de San Fernando, y todos tenían la misma pregunta: "¿Dónde está?". Eran sus hijos, sus parientes, su jefe, los compañeros que sabían que cada día tomaba el tren que une San Fernando con Atocha, para ir a trabajar.

También lo sabía su cuñado, que llegó a la estación madrileña en otro tren, cinco minutos antes de que se produjera el atentado y estuvo durante horas esperándolo en medio de los muertos y heridos. Sus dos hijos y sus nueras salieron a la calle a buscarlo. Ni el teléfono de emergencia 112, ni ninguno de los hospitales de Madrid tenían respuesta. "¡Ay, Dios mío, lo peor es no saber cómo está, ni dónde, ni si está muerto!".

A. G., de 29 años, natural de Torrejón y embarazada de seis meses, moría mientras tanto en el hospital de La Paz a consecuencia de las heridas sufridas por una de las explosiones. Era auxiliar administrativa, aunque su verdadera vocación era la enseñanza. "Le encantaban los niños", aseguraba el portero de su bloque. "Era una chica normal. Llevaba dos años casada. La han matado en su mejor momento", afirmaba un amigo del barrio donde se crió.

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