¡Viva el pueblo de Madrid!

Quienes hacen las previsiones electorales han de tener en cuenta lo que hay de azaroso, de burlesco o de cataclísmico, en la vida, lo que hay de repetitivo, sea en la forma de tragedia, sea en la forma de comedia, de caricatura. Ahora bien, ¿cómo afrontar lo que, por principio, es imprevisible, oscuro, tan oscuro como esa masacre que se acaba de producir en Madrid? Tal vez se me objete que, frente a otras manifestaciones de la vida, las elecciones son de lo más previsible. Sin embargo, el cuidado con que los encuestadores se pronuncian, la cautela con que los periódicos titulan, son indicios de las carambolas que hay, del horror que siempre está por pronunciarse. No hablemos, pues, como expertos, hablemos como espectadores desconcertados, como ciudadanos espantados que se saben finitos y escuetos y rindamos nuestro homenaje multitudinario al pueblo de Madrid.